Batasuna sostiene que la propuesta de Anoeta sigue en pie pese al parón del proceso de paz

Batasuna asegura que la propuesta que realizó hace un año en el velódromo de Anoeta para "sacar el conflicto de las calles y llevarlo a la mesa de negociación" sigue "vigente". Pese a que las expectativas abiertas entonces sobre un subsiguiente anuncio de tregua por parte de ETA no se han cumplido, la formación ilegalizada afirma que ésa sigue siendo su disposición. Ayer, en la víspera del primer aniversario de Anoeta, la banda terrorista arremetió en un comunicado contra la política penitenciaria del Gobierno, responsabilizándole del suicidio del preso José Ángel Alzuguren.

El dirigente de Batasuna Pernando Barrena recalcó ayer en declaraciones a Europa Press que la apuesta hecha en el velódromo de San Sebastián "no es coyuntural", sino de fondo. Sin embargo, el resto de las fuerzas políticas coincidió en resaltar que la izquierda abertzale tampoco ha cumplido las esperanzas que creó el 14 de noviembre de 2004, cuando Arnaldo Otegi planteó la fórmula de la doble mesa -una de ETA y el Gobierno central para hablar del fin de la violencia, y otra de los partidos vascos para abordar la llamada "normalización política"-.

La continuidad de los atentados propagandísticos de ETA y de los actos de violencia callejera han rebajado bastante la entidad de los rumores que periódicamente han vaticinado durante este tiempo el abandono de las armas por parte de la organización terrorista. De hecho, es perceptible un aire de estancamiento en las expectativas suscitadas entonces, y que se dispararon cuando en mayo el Congreso de los Diputados aprobó con el apoyo de todas los grupos, excepto el PP, una moción que apoya procesos de diálogo con quienes decidan abandonar la violencia. Tras el anuncio por ETA, un mes después, del cese de sus atentados contra "los electos de los partidos de España", que no satisfizo a ninguna fuerza política, no se han producido avances.

Gesto de correspondencia

Desde el mundo de Batasuna se reclama al Gobierno un gesto que corresponda a éste de ETA; concretamente, alguna medida sobre los presos de la organización dispersos en cárceles de toda España. Sin embargo, con una rara unanimidad, el resto de los partidos, pese a discrepar los nacionalistas y EB con la dispersión, rechazan entrar en un regateo de pasos previos y exigen a ETA el anuncio del final del terrorismo. Sólo entonces sería viable y creíble la mesa de partidos planteada en Anoeta y que el lehendakari Juan José Ibarretxe ha tomado como bandera para esta legislatura, tras el rechazo de su plan en el Congreso y la pérdida de apoyos en las elecciones de abril.

El hecho de que ETA sigue evitando cometer atentados mortales desde hace dos años y medio es el dato esencial que mantiene abiertas todas las posibilidades. En los últimos meses han sido los dirigentes de Batasuna los más interesados en sostener, como ayer hizo el líder del sindicato LAB, Rafael Díez Usabiaga, que las dos vías de Anoeta "están en marcha" y, por tanto, también el proceso que propugnan. Y ello a pesar de lo que consideran agresiones por parte del Estado, como los procesos contra sus dirigentes y las tramas investigadas por el juez Garzón.

Este énfasis quizá se deba a que el apuntalamiento de esa expectativa resulta útil para los intereses de la formación ilegalizada, en estos momentos de indefinición. Por un lado, le ofrece visibilidad política tras haberse quedado sin más plataformas que la insuficiente que le ofrece EHAK, la franquicia que le permitió rentabilizar sus votos en el Parlamento vasco. Y por otro le permite evitar la desafección de sus seguidores más cansados por la esterilidad de la dependencia de las necesidades de ETA.

El aniversario de Anoeta, sin embargo, no está presente en el nuevo comunicado de la banda terrorista enviado al diario Gara. En él ETA achaca a las "políticas de exterminio" de los Gobiernos español y francés el suicidio en la cárcel de Soria del preso José Ángel Alzuguren. La banda arremete en duros términos contra la dispersión de los presos, que califica de "política de venganza", y responsabiliza también de su mantenimiento al lehendakari y a los partidos del Gobierno vasco, al referirse al "silencio cómplice de quienes miran hacia otro lado en los salones de Ajuria Enea".