Un capitán de empresa

Superado los análisis estructurales y de variables macro casi como única aproximación a la evolución económica, el estudio de las biografías de empresarios adquiere una importancia de primer plano para entender la historia del desarrollo. Nos permite comprender el ámbito de las decisiones que se tomaron en cada época, las razones que las motivaron, sus implicaciones concretas y los porqués de sus éxitos y, eventualmente, de sus fracasos.

En la historia económica del País Vasco pocos empresarios, no más de media docena, tuvieron la importancia de Víctor Chávarri. Y ninguno abarcó actividades tan diversas y tan decisivas en el despegue industrial de Vizcaya, tanto en su vertiente económica como en la política. Propietario de minas, explotador del hierro, promotor de siderurgias, ferrocarriles, entidades financieras y un largo etcétera -en iniciativas no circunscritas al territorio vasco-, su actividad representó la agresividad empresarial, el liderazgo del promotor de iniciativas y la visión suprasectorial de la inversión. Destacó también su agresividad política, pues Chávarri fue precursor de uno de los hábitos de los industriales vascos de fines del XIX y comienzos del XX, la de concurrir a las elecciones a Cortes (y pagarlas, y ganarlas), además de establecer una efectiva red clientelar que le permitió la dirección política, además de la económica, durante los años épicos del boom industrializador de Vizcaya.

Personaje tan singular y sobresaliente no había sido objeto aún de un estudio biográfico. Comienza a cubrir el hueco el libro Víctor Chávarri (1854-1900). Una biografía, de Eduardo Alonso Olea, buen conocedor de la época y de la evolución empresarial vizcaína. Las documentadas noticias que proporciona y los minuciosos cuadros que describen pormenores de sus negocios, del desarrollo de su fortuna y del impacto de su actividad, además de sus vinculaciones familiares y políticas -cuestión que se antoja decisiva- aproximan con rigor a una de las personalidades que más contribuyó a forjar la economía moderna del País Vasco; y que resulta clave para entender las difíciles relaciones sociales y políticas de la Restauración.

Fue fundador de uno de las principales fábricas del Nervión -la Vizcaya, con varios altos hornos- y, también, uno de los líderes del proteccionismo español, una vez que comprobó que la unidad del mercado español y la protección frente a la competencia extranjera resultaban vitales para consolidar la moderna economía vizcaína. Con él y tras esta bandera se alineó lo más granado del empresariado vasco, llevando a cabo una activa y diversa movilización reivindicativa, con vistas a presionar a la opinión pública y al Gobierno de la necesidad de cambiar la política económica.

La obra de Alonso Olea ofrece una amplia y contrastada documentación sobre este proceso que enlaza lo económico y lo político. No olvida que para entender las distintas vertientes sociales o políticas de un empresario la prioridad está en el análisis de sus iniciativas económicas. Pese a la amplitud de sectores que abarcó Chávarri, quedan estudiadas las inversiones en actividades como la Unión Resinera Española o Hulleras del Turón, entre muchas otras, así como las compras de terrenos o la construcción de algunos edificios significativos en la expansión urbana de Bilbao.

Manuel Montero es catedrático de Historia Contemporánea. Universidad del País Vasco-Euskal Herriko Unibertsitatea.