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Crítica:JAZZ
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

La cuna se mece

Tuvo que llegar el Katrina para que nos acordáramos de Nueva Orleans y de los músicos de aquella ciudad, al borde de la indigencia, la mayoría de ellos. Lo confirmaba, fuera de micrófono, un miembro de la banda que actuó el viernes en el concierto organizado a beneficio de los damnificados e incluido dentro del XXIV Festival San Juan Evangelista y del XXII Festival de Jazz de Madrid. Tampoco los integrantes de esta orquesta se han librado de la desgracia, aun siendo músicos de linaje y abolengo, miembros todos ellos de ilustres familias muy conocidas en los ambientes musicales del lugar. El caso de Charmaine Neville, la histriónica y estupenda cantante, perteneciente a la conocida saga cuyos integrantes hubieron de ser evacuados y hoy residen en un hotel de Memphis. Junto a ella se hallaba el extraordinario trompetista y cantante Mark Braud, nieto del legendario John Brunious; y Lucien Barbarin, bisnieto de Isidore Barbarin -el "descubridor" de Louis Armstrong- y nieto del batería Paul Barbarin.

The New Orleans All Stars Jazz Band

Mark Braud, trompeta; Lucien Barbarin, trombón; Tom Fischer, clarinete; Steve Pistorious, piano; Kerry Lewis, contrabajo; Rob Espino, tuba; Gerald French, batería; Charmaine Neville, voz. XXII Festival de Jazz de Madrid. Colegio Mayor San Juan Evangelista, Madrid. 11 de noviembre.

No extraña que se hable de un trombonista instruido en la historia de su instrumento. Completaba la primera línea el clarinetista Tom Fischer, único músico no nacido en la ciudad. Con semejante elenco, reforzado por otros músicos menos llamativos pero no menos estupendos, puede imaginarse la clase de fiesta en que se convirtió el asunto. Algo así como un viaje a través del tiempo, del blues sureño al ragtime, la música de marcha, el jazz arcaico y el jump-blues con el que el saxofonista y cantante Louis Jordan (Caledonia) anunció en los cuarenta el inminente advenimiento del rock and roll. La historia viva de una ciudad considerada la cuna de todas las músicas. Y, todo, servido en bandeja de plata por quienes se hallan legitimados como nadie para tocar estas cosas y hacen honor a sus respectivos apellidos. Nada que ver con el estilo acomodaticio que, con demasiada frecuencia, se hace pasar por jazz de Nueva Orleans, sin serlo. Fue una noche para el recuerdo que disfrutaron a tope los muchos aficionados llegados a la catedral del jazz en Madrid la noche del viernes. Que no sea necesario un nuevo Katrina para que se repita.

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