Dos generaciones de integración

Hace 13 años, en plena Expo 92 de Sevilla, dos parejas de chinos se acercaron al centro de educación de adultos América, de la capital hispalense. Su intención era informarse acerca de la posibilidad de aprender español. La atención a las necesidades de este pequeño grupo de inmigrantes asiáticos fue el germen del proyecto Unitao, en el que colabora la Junta, la embajada de la República Popular China, la Fundación Santa María y La Caixa, entre otras entidades y administraciones.

El trabajo de más de una década de Unitao fue galardonado ayer con el premio Sevilla Acoge al Compromiso con la Inmigración. La ONG sevillana de apoyo a los inmigrantes celebra así su vigésimo aniversario. Junto a Unitao, Sevilla Acoge ha premiado a las Religiosas Irlandesas de Castilleja de la Cuesta (Sevilla) por haber cedido parte de sus instalaciones para crear una residencia para mujeres; y la voluntaria de Sevilla Acoge, María Teresa González por su trabajo durante más de diez años en la ONG.

"El premio es muy especial, sobre todo por proceder de una organización con una experiencia tan reconocida como Sevilla Acoge", afirmó ayer Fernando Fernández, uno de los coordinadores de Unitao. El proyecto ofrece programas formativos en cuatro áreas: educación, integración social, integración sociolaboral e investigación y creación de materiales.

"La principal barrera que separa a los inmigrantes chinos de la plena integración no son las diferencias culturales, sino la dificultad del idioma", aclaró Fernández. "Los chinos suelen darse dos años para aprender el idioma. Lo que avancen en ese tiempo es con lo que se quedan", dijo. ¿Por qué un periodo tan limitado para aprender una lengua radicalmente distinta a la materna? "Porque tienen que trabajar. No hay que olvidar que esta comunidad es terriblemente emprendedora. Y consideran que no se puede compatibilizar trabajo y estudios durante más tiempo", señaló el coordinador, que trabaja como profesor en el centro de enseñanza de adultos América de Sevilla.

Uno de los problemas a los que se enfrentan los enseñantes es al bajo nivel de formación académica con los que cuentan muchos de los alumnos. "Un alto porcentaje de los inmigrantes chinos que viven en Andalucía proceden de la región de Zhejiang, al sureste del país. Es una zona muy rural y claro, muchas veces, cuando les enseño español, casi que les tengo que enseñar chino, puesto que no saben qué es un sustantivo, un sujeto o un predicado", explicó ayer la profesora Liu A He, compañera de Fernández en Unitao.

Otro de los aspectos que se enseña en el programa es la preservación de la cultura de origen en la segunda generación de chinos. Aquella nacida y criada en Andalucía. En este sentido, la profesora Liu aclaró que "ciertos aspectos de la tradición no son entendidos" por esta generación, que ahora tiene entre 13 y 20 años. "Muchos no quieren heredar los negocios familiares, los restaurantes o las tiendas; si no que prefieren elegir ellos mismos su camino, como estudiar para ser médicos o abogados", señaló la docente.