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Cartas al director
Opinión de un lector sobre una información publicada por el diario o un hecho noticioso. Dirigidas al director del diario y seleccionadas y editadas por el equipo de opinión

Las barbas de tu vecino

He sido hija de emigrantes españoles de los años setenta y ochenta en el hoy famoso departamento de Seine St. Denis: la segunda generación.

Mis compañeros de aulas y parques eran como yo, hijos de emigrantes españoles, italianos, portugueses, magrebíes y también franceses. Conozco, por tanto, muy de cerca la realidad del problema al que se enfrenta hoy Francia.

El dilema estos días está en saber si se trata de un problema de integración cultural o un problema de justicia social. ¿Acaso se pueden disociar?

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Sólo hay que analizar las cifras de absentismo y fracaso escolar, la ausencia total de formación, de salida profesional, el paro, la desocupación, la falta de motivación, de ilusión, las horas de calle, de bancos en los parques, en los centros comerciales... en definitiva, una juventud sin ilusión y sin futuro, pero también sin valores, sin normas y sin límites impuestos.

Este año, en el mes de mayo, he vuelto por allí y he visitado a dos amigas: una, de padres españoles, profesora; otra, de padres argelinos, médico, y he podido comprobar cómo, después de 21 años, mi antiguo barrio se ha convertido en un verdadero gueto, sucio, inseguro, con pandillas callejeras, en el que los comerciantes, antes franceses, han traspasado sus negocios a emigrantes que han adaptado estos negocios a la demanda de la zona y en el que los franceses que allí residían han abandonado el barrio.

Según me contaban estas amigas, de mis antiguos compañeros o vecinos muchos han terminado siendo nada. Algunos jugaron con las drogas y les tocó perder en las cárceles o sus vidas; otros jugaron a delincuentes o pequeños traficantes, aparcando en los parkings a cielo abierto de sus HLM (viviendas sociales) sus lujosos BMW y vistiendo ropa de marca y joyas llamativas; algunos/as ejercieron la prostitución, otras fueron casadas en matrimonios arreglados por sus padres... El panorama era desolador y ya nada tenía que ver con el barrio multicultural, vivo, aún seguro, en el que yo crecí. Una bomba de relojería que hoy ya ha estallado.

Lo que más me preocupa es volver a vivir hoy en España la misma situación que la de los años setenta y ochenta en Francia, y me aterroriza intuir que dentro de 20 años, o probablemente mucho antes, viviremos idénticos problemas a los que hoy se viven en Francia.

Sólo hay que analizar datos y darse una vuelta por los barrios de Usera, Tetuán, Lavapiés o localidades del Corredor del Henares, por sólo citar lo que conozco. Como el título del artículo que publicaban hace unos días, que rezaba Cuando las barbas de tus vecinos...- Rosa Redondo López. Torrejón de Ardoz, Madrid.

Los disturbios en Francia se han extendido a varias ciudades del país. Sobre sus causas se dice que pueden ser "una nueva forma de terrorismo urbano de una minoría de caïds

que tienen un interés financiero o ideológico", y tal vez de grupos islamistas radicales "que han aprovechado la ocasión para atizar el odio y provocar los incendios", según Bruno Beschizza, secretario general de Synergie, el segundo sindicato más importante de la policía. Lo que está claro es que estos disturbios obedecen a una fuerte crisis económica que atraviesa Francia hace unos años y que ha afectado a ciertos barrios periféricos de las ciudades. A esto habría que sumar que la guerra de Irak ha impulsado la radicalización del mundo islámico. En España puede llegar a ocurrir lo mismo, si no se integra a los inmigrantes, evitando su marginalización. Ya hemos tenido algunos brotes violentos. En caso de una crisis económica pueden multiplicarse, y a su vez generaría un rechazo de la población autóctona. Y esto sería lo más peligroso.

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