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Reportaje:DOPAJE | Conmoción en el deporte español

"El ciclismo va a seguir, y la Vuelta, claro"

Ignacio Ayuso, director general de la ronda española, único optimista al día siguiente del positivo de Roberto Heras

Carlos Arribas

Contra los apocalípticos, Ignacio Ayuso. El día siguiente al conocimiento de que el ganador de la última Vuelta, y de tres más en los últimos seis años, Roberto Heras, había resultado positivo por EPO tras un control efectuado en la penúltima etapa, el director general de la ronda española intentó no sólo aislarse del ánimo pesimista que envolvía a todos los agentes del ciclismo español, sino contraatacar con sus argumentos.

"No", dijo Ayuso, inmerso estos días en la renegociación del contrato con TVE. "No temo en absoluto que los aptrocinadores de la Vuelta nos den la espalda. Temo antes por los aptrocinadores de los equipos, pero estoy seguro de una cosa, pase lo que pase, lo confirme el contraanálisis, Dios no lo quiera, o no lo confirme, ojalá, el ciclismo seguirá existiendo. Y la Vuelta, claro".

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Lo afirmaba alto y fuerte Ignacio Ayuso, conocedor de todos los casos de dopaje -Santi Pérez, Aitor González...- que en los últimos años han ido socavando la credibilidad tanto de la Vuelta como de todo el ciclismo español.

Lo clamaba consciente de que, simbólicamente, Roberto Heras se había convertido de tal manera en el rey de la Vuelta -único corredor de la historia que la ha ganado cuatro veces-, se había producido tal identificación en el imaginario popular entre Heras y la Vuelta, que en su caída podría arrastrar también a la ronda española.

Lo afirmaba rotundo apenas mes y medio después de que en la contrarreloj de Alcalá de Henares, la más rápida de la historia de la Vuelta, Heras, su magro cuerpo de escalador en el llano, el mismo que le había hundido tres años antes en la Castellana ante Aitor González, tuviera un rendimiento fabuloso, espectacular, extraordinario, rodando a más de 56 por hora. Increíble. Innecesario: sacaba cuatro minutos y medio al segundo, a Denis Menchov. En el control de aquel día se halló EPO en su orina.

Lo decía Ignacio Ayuso mientras a su alrededor los demás agentes sociales del ciclismo español pasaban de la desesperación a la depresión profunda. Mientras algún director, escudado en el anonimato, hablaba de que esto era una bomba, de que era lo que mataría definitivamente al ciclismo español, de que no había esperanza, nada que hacer. Mientras otro director, también anónimo, recordaba que antes de la Vuelta hubo una reunión en la que se planteó la necesidad de una autoregulación interna, de un compromiso fuerte de todos, en privado, contra el dopaje. Un director se opuso inmediatamente. "Es imposible", dijo. "En el fondo somos una banda".

Lo explicaba así, las causas de su optimismo, Ignacio Ayuso: "Me iirita la identificación dopaje-ciclismo. Hay positivos en la Vuelta porque Unipublic se gasta 170.000 euros para organizarlos, porque eso es un dinero que no se gasta la Golden League ni nadie, porque en la Vuelta luchamos en serio contra la lacra del deporte, porque antes de empezar se sometió a los 198 corredores a un análisis hemático de 27 parámetros con el que se elaboró una base de seguimiento para seleccionador a cuatro corredores tras cada etapa, para hacer hasta 10 controles diarios, para volver a analizar la sangre una vez más, por lo menos, a todos los corredores, para hacer análisis de sangre, buscando hormona del crecimiento, y de orina en busca de EPO a 80 más, para hacer 10 pruebas en busca de transfusión de sangre homóloga. Por eso salen positivos del ciclismo, porque es el deporte que más lucha contra el dopaje. Nadie hace lo que hacemos nosotros. Y si hoy estoy fastidiado es porque un tipo como Roberto está bajo sospecha".

Tras el apasionado discurso, más datos. La última Vuelta ha sido la de más baja audiencia televisiva, la que menos interés ha despertado en las cunetas, la que menos espacio ha ocupado en los medios de comunicación. "Sí", ataja Ignacio Ayuso, "puede ser verdad, pero yo también tengo otros datos. Una encuesta de As estos días señala que un 42% cree que el del dopaje no es un problema importante. Son datos sorprendentes".

Datos sorprendentes que ratifican los de una encuesta de L'Équipe en los días siguientes a la descongelación de la orina de Armstrong del Tour 99 y el hallazgo de EPO en la misma. Mientras el 66% de los franceses y el 52% de los italianos opinaban que el ciclismo ya no era un deporte creíble por el dopaje, sólo un 41% de españoles pensaba igual. Aunque no eran tan pocos: sólo un 39% de alemanes dudaba del deporte de las dos ruedas.

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Sobre la firma

Carlos Arribas
Periodista de EL PAÍS desde 1990. Cubre regularmente los Juegos Olímpicos, las principales competiciones de ciclismo y atletismo y las noticias de dopaje.

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