Más cine independiente europeo

Una amor agridulce. Una relación difícil entre una actriz cómica y un hombre que carga con la figura de un gigante de cartón, igual a las que se pasean junto a sus hermanos bajitos y cabezudos en las fiestas de muchos pueblos. Esta es la historia que cuenta la película francesa Cuando la marea sube, dirigida a cuatro manos por Yolande Moreau y Gilles Porte, que fue exhibida ayer dentro de la Sección Oficial del Sevilla Festival de Cine en el teatro Lope de Vega. Junto a esta película se proyectó la alemana Falscher bekenner, escrita y dirigida por Christoph Hochhäusler. La cinta germana cuenta la tortuosa búsqueda de identidad de un desorientado chico de 18 años.

Cuando la marea sube logró este año dos premios César -galardones franceses equivalentes a los Goya españoles-, en concreto a la cinta se llevó el trofeo a la Mejor Opera Prima y su protagonista, la misma Yolande Moreau, el de Mejor Actriz. Se trata de una película que en opinión de Moreau se rodó de forma "muy artesanal" y que es en parte autobiográfica. "Yo misma realicé a mediados de los 80 un espectáculo cómico muy parecido al que se ve en la pantalla y he viajado por pequeños pueblos, como la protagonista", afirmó la actriz. "Evidentemente he aportado algo de mi historia personal, pero también he tratado de tomar distancia y aportar historias distintas", dijo Moreau.

"También he tratado de reflejar la rutina diaria y cotidiana cuando se está de gira; la intensa soledad que se siente durante gran parte del día, en especial en los espectáculos nocturnos como los que representa la protagonista de la película", continuó la actriz y directora belga.

Para Manuel Grosso, director del Sevilla Festival de Cine, Cuando sube la marea es una prueba del buen cine que se puede hacer en Europa "y con poco presupuesto", apuntó Grosso. "Es una pequeña gran película, de las que llegan directamente al corazón", afirmó el director del certamen.

Grosso hizo un paralelismo entre la temática de la película, que se desarrolla en ambientes rurales de Francia, y la intención del festival de llevar algunas de las películas que se muestran a los pueblos de la provincia de Sevilla. "El lunes llevamos la película a Lebrija y la acogida fue estupenda, muy directa y familiar", dijo Grosso. Eso demuestra, en su opinión, que el cine europeo "incluso en versión original, como esta película", es muy posible. "Demuestra que si la gente puede, va a ver este tipo de cine", continuó.

El director del certamen cinematográfico sevillano también alabó la siguiente película que se proyectó ayer, Falscher bekenner. Hasta Sevilla se acercó su joven productora alemana, Bettina Brokemper. "La película aborda la falta de comunicación intergeneracional que existe en las familias alemanas, en este caso entre un joven de 18 años y sus padres sobreprotectores", dijo Broekemper. La cinta, que hasta febrero no será estrenada en Alemania, ha sido exhibida en varios festivales de cine germanos. "El público no queda indiferente. O la aman, o la odian", afirmó ayer la productora de la película.