Los jóvenes del SPD toman el testigo
La socialdemocracia alemana afronta una nueva estrategia tras la elección como líder de Andrea Nahles, de 35 años
La joven diputada de 35 años Andrea Nahles no podía imaginarse las consecuencias de su insistencia en pelear por la secretaría general del Partido Socialdemócrata de Alemania (SPD). Contra todo pronóstico, 23 miembros de la ejecutiva votaron el pasado lunes a favor de presentar a la izquierdista Nahles al congreso del partido como candidata a secretaria general. Sólo 14 votaron por Karl-Josef Wasserhövel, de 43 años, un oscuro funcionario del aparato del SPD al que apoyaba el presidente Franz Müntefering, de 65 años.
La votación rompió con un uso establecido en los partidos alemanes de que el presidente designa en la práctica al secretario general y el congreso del partido lo corrobora. Se trata casi de un prerrequisito funcional. No se puede exigir al presidente de un partido trabajar con un secretario general que no goce de su absoluta confianza o que incluso vaya a serrucharle la silla sobre la que se sienta. Wasserhövel colabora con Müntefering desde hace más de una década y éste se sentía seguro con él ante el difícil parto de un Gobierno de gran coalición del SPD con la democracia cristiana (CDU/CSU). En la ejecutiva del SPD una alianza entre la izquierda socialdemócrata y el grupo centrista denominado la red, que reclama desde hace tiempo un relevo generacional y entrar en el reparto del poder, impuso a Nahles en contra de los deseos de Müntefering y de las costumbres tradicionales del partido.
El SPD rompió con el uso del partido de apoyar al candidato designado a dedo por el presidente
En el reparto de carteras de la futura gran coalición Müntefering se autoadjudicó la de Trabajo y Asuntos Sociales, además de velar como vicecanciller para que la gran coalición lleve una impronta socialdemócrata. En el partido Müntefering no se fiaba de Nahles para la ardua tarea que afronta el SPD de imponer a Alemania un duro programa de ajuste presupuestario y hacer tragar al país varios sapos en forma de recortes sociales. Nahles se había distinguido en los últimos meses por sus críticas a la Agenda 2010, el programa de reformas del Gobierno del canciller federal Gerhard Schröder.
Al verse derrotado con tanta claridad en la ejecutiva, Müntefering anunció que renunciaba a presentarse a la reelección como presidente del SPD en el congreso que comienza el próximo día 14 en Karlsruhe y que tendrá por añadidura que aprobar el contrato de gobierno de gran coalición con los democristianos (CDU/CSU).
La renuncia de Müntefering desencadenó una crisis de liderazgo en el SPD y, por simpatía, en las filas democristianas. El presidente de la Unión Socialcristiana (CSU) y primer ministro de Baviera Edmund Stoiber, de 64 años, destinado a un Ministerio federal de Economía con amplias competencias en tecnología y política industrial europea, aprovechó la ocasión para renunciar. Stoiber tiró la toalla en Berlín y regresó a la presidencia de Baviera, donde ya estaba en marcha la batalla por su sucesión. Según Stoiber, Müntefering era "un pilar" de la gran coalición y sin él el SPD no resulta fiable. La deserción de Stoiber ha dejado su prestigio a la altura del betún y hasta en las siempre prietas filas socialcristianas se han levantado las voces de crítica. Más de uno exige ya que Stoiber no vuelva a ser el candidato de la CSU en las elecciones de Baviera.
Mientras tanto, el SPD sacaba a toda prisa de la chistera un sucesor de Müntefering para cortar la crisis. Como candidatos se perfilaban dos barones del partido, los primeros ministros de Renania-Palatinado Kart Beck, de 56 años, y el de Brandeburgo, Mathias Platzeck, de 51. Beck tiene en su Estado el próximo 26 de marzo unas elecciones que exigen su dedicación a tiempo completo y llegó a un acuerdo con Platzeck para dejarle el paso libre a la presidencia del SPD. Tras la aprobación unánime de la ejecutiva, el congreso del partido en Karlsruhe tendrá que votar a Platzeck que seguirá de primer ministro en Brandeburgo. Con Platzeck, 14 años más joven y con una trayectoria por completo distinta de Müntefering, entra en la cúpula del SPD el relevo generacional y el viento del Este. Lleva Platzeck sólo una década en el partido, al que ingresó procedente de Los Verdes, y vivió 35 años de su vida bajo la dictadura comunista de la desaparecida República Democrática Alemana. El origen social de este ingeniero convertido en político tras la caída del muro de Berlín es burgués, hijo de un médico que tenía servicio doméstico, cosa insólita en la RDA.
La crisis del SPD ha impuesto, más bien por la fuerza que de buen grado, un relevo generacional en la cúpula dirigente del partido. Asustada por las consecuencias de la crisis desencadenada por su candidatura a secretaria general, Nahles cedió en su empeño a ocupar el cargo a pesar del apoyo que tuvo en la ejecutiva. La veterana ministra de Cooperación Económica, Heidi Wieczorek-Zeul, de 62 años, renunció a la reelección a una de las vicepresidencias del SPD, para ceder ese puesto a Nahles como compensación por desistir en el intento de llegar a secretaria general. Nahles, consciente de que en el congreso del partido le amenazaba una votación negativa por la acusación de "regicida" y "haber asesinado de forma alevosa" a Müntefering, tampoco aceptó presentarse a la vicepresidencia que le dejaba libre Wieczorek-Zeul.
Con las manos libres y el apoyo unánime recibido como el hombre que viene a salvar al partido, Platzeck designó a su equipo para la presidencia. Para la secretaría general Platzeck ha elegido a Hubertus Heil, diputado de 33 años recién cumplidos, dos menos que Nahles, que desde los 25 ocupa un escaño en el Parlamento Federal (Bundestag). Heil pertenece al grupo la red, de los que exigían el relevo generacional y entrar a mandar en la socialdemocracia. El éxito de su gestión está por demostrar, pero sin duda no les faltará trabajo ante el panorama político que se presenta en Alemania.
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