Cien centímetros
El alcalde de Málaga le ha pedido a la Junta de Andalucía que no comience las obras del metro porque la situación será "dramática" para el tráfico en la ciudad. Si esa es la única razón esgrimida por Francisco de la Torre, la administración autonómica tiene luz verde de la mayoría de los ciudadanos para empezar los trabajos. Los malagueños apenas vamos a notar el inconveniente. En Málaga hace tiempo que el tráfico es "dramático" y eso no ha impedido que se esté levantando otra ciudad con 30.000 viviendas en la barriada de Teatinos sin construir un solo acceso nuevo. La única carretera que se está ejecutando en este barrio es un ramal que paga un centro comercial para que, además de la primavera, también los ciudadanos lleguen antes a sus nuevas instalaciones.
Asistimos impertérritos al diálogo de besugos que mantiene De la Torre con la consejera de Obras Públicas, Concepción Gutiérrez, a propósito de las obras del metro de Málaga. Un proyecto donde se ha soterrado todo menos la guerra abierta que mantienen las dos administraciones. El suburbano será posiblemente la actuación más emblemática que va a acometer la Junta en esta ciudad y resulta a veces difícil de entender que ambas instituciones no sólo no se pongan de acuerdo en un metro, sino que no lleguen a consensuar un solo centímetro. El distanciamiento entre las dos administraciones ha llegado a tal punto que ya sólo se comunican por carta. De la Torre recuperó con su mandato el género epistolar y cualquier demanda ante otra administración la intenta resolver por correspondencia. Para el primer edil de Málaga no hay imagen que valga más que una misiva con mil palabras. Aunque ello perjudique la suya -la imagen-, como un alcalde de ideas fijas, pero no definitivas.
El futuro de una ciudad no se puede escribir con renglones torcidos, y menos aún cuando la Junta de Andalucía no parece muy dispuesta a leer nada que de lo que el alcalde le escribe. Por eso el fondo de la cuestión es evidente: no se puede hacer de un debate técnico un inconveniente político para no ejecutar una obra. Ni plantear un problema para cada solución. Aquí lo único sustancial que ocurre es que el alcalde piensa que abrir en canal uno de los barrios más populosos de Málaga en plena campaña electoral, con los innegables inconvenientes para ciudadanos y comerciantes, puede perjudicarle sus aspiraciones para revalidar el cargo. Y está en su derecho de creerlo. Incluso de pensar que, por eso, la Junta lo hace adrede. Pero, por favor, que el alcalde no se ponga dramático con el tráfico. Con las obras del suburbano o sin ellas, el tráfico es ya dramático en Málaga. Se construyen avenidas con menos viales que rotondas, un palacio de feria sin los accesos necesarios, entradas a centros de ocio que colapsan la carretera general y rondas de circunvalación a las que se tarda más en acceder que en llegar a destino una vez en ellas. En definitiva, una ciudad atascada y atragantada por crecer sin modelo alguno de crecimiento. La construcción del metro de Málaga provocará problemas de tráfico, pero al menos los resolverá bajo tierra en un futuro. Parte de la ciudad que se está levantando por encima difícilmente tiene ya solución. Y eso si que es realmente dramático.
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