Los inmigrantes copan los microcréditos
Distintos colectivos ofrecen ayudas económicas para los extranjeros que quieren crear un negocio propio
Muchos inmigrantes que quieren montar su propia empresa se quedan con las ganas al no poder acceder a los tradicionales créditos bancarios ante la falta de aval. Para poder ayudar a los extranjeros que quieren comenzar un negocio, distintas entidades como Caixa Catalunya (en colaboración con colectivos como la Fundación Metis) o la ONG Economistas sin Fronteras, ofrecen ayudas y microcréditos con facilidades de devolución.
El 60% de los solicitantes de los microcréditos que ofrece Caixa Catalunya son trabajadores extranjeros y más de la mitad son mujeres
Economistas sin Fronteras ha puesto en marcha este año un programa específico pensado para dominicanos emprendedores
Los microcréditos (ayudas económicas de menor cuantía que los créditos tradicionales pero para los que no se necesita aval)están abiertos tanto a españoles como a extranjeros. Pero en la mayoría de los casos, son los inmigrantes con ganas de tener su negocio propio los que se lanzan a pedir este tipo de ayudas. Caixa Catalunya comenzó con los microcréditos en el año 2001 a través de Un Sol Món, una de sus fundaciones. "Fuimos pioneros con el tema, no había ninguna entidad europea que concediese este tipo de ayudas", explica Ángel Font, responsable de Un Sol Món (www.unsolmon.org). Estos microcréditos están dirigidos a personas con "una idea viable de negocio, pero que no pueden tener acceso a créditos porque no tiene ni ingresos fijos, ni propiedades ni nadie que le pueda avalar", señala Font.
En cuatro años de experiencia, Un Sol Món ha concedido 800 microcréditos, que han supuesto luego la creación de 1.500 puestos de trabajo. El 60% de los beneficiarios de estos créditos especiales son inmigrantes, y más de la mitad son mujeres. La inversión media por proyecto asciende a 8.500 euros. Otra cifra que arroja la estadística es que el 70% de los que pidieron la ayuda estaba en el umbral de la pobreza en el momento en el que solicitaron el crédito. "Después de tres años, el 65% de las empresas creadas han logrado sobrevivir", afirma Font.
Desde 2001, Caixa Catalunya ha invertido 7 millones de euros en este proyecto (tres durante este año), dinero procedente de su obra social. Los peticionarios quieren formar empresas con un perfil tecnológico bajo y una mano de obra muy numerosa: negocios de restauración, cybercafés, comercios, pequeñas actividades artesanales y negocios relacionados con el transporte.
Los inmigrantes devuelven la cantidad económica concedida en unos 40 meses de media. En Caixa Catalunya tienen un 6% de interés fijo. El nivel de retraso en el pago es bajo: entre el 3% y el 5%. Un Sol Món trabaja con distintas entidades sociales para conseguir reclutar inmigrantes que puedan estar interesados en sus proyectos. La Fundación Metis (www.fundacionmetis.org) es uno de los colectivos encargados de esta labor y, además, ayudan a los inmigrantes a la hora de presentar su proyecto. " No pedimos aval: nos fijamos en que el proyecto sea viable y en que la persona parezca honrada", explican desde la fundación Peru Erroteta y Eduard Mateus. "Y funciona, te puedes fiar de la gente. El nivel de impagos es muy bajo", aseguran.
Es el caso del marroquí Rachid Ahmidouch, que con un microcrédito de Caixa Catalunya y la intermediación de la Fundación Metis ha creado su propia tienda de artesanía en el centro de Barcelona. Este empresario de 30 años ya tiene en mente "otro proyecto de más envergadura" que no quiere tardar en poner en marcha.
La ONG Economistas sin Fronteras (www.ecosfron.org), nacida en 1997 también tiene un programa de proyectos para inmigrantes, que cuenta con una subvención de 222.476, 27 euros del Ayuntamiento de Madrid. Su presidente, Regino Gamallo, explica que en febrero de este año, pusieron en marcha el programa de ayuda a inmigrantes dominicanos. "Les ayudamos a que busquen recursos económicos para sacar adelante su negocio, les damos formación y, una vez puesta en marcha la empresa, les llevamos toda la parte relacionada con la gestión", señala Gamallo. Economistas sin Fronteras ha ayudado al dominicano Luis Alberto Agramante Pineda, de 47 años a crear su propia empresa. Agramante trabaja ahora más de 12 horas diarias en una obra madrileña, pero su sueño pasa por abrir una tienda de ropa infantil. "Ya tengo todo listo. Desde Economistas con Fronteras me avalan y el dinero me lo dará un banco. Mi proyecto está empezando, ahora estamos buscando un local", cuenta.
Hay otros inmigrantes que han salido adelante solos y, una vez con sus empresas afianzadas, han formado sus propias asociaciones. Es el caso del colombiano Eduardo Ávila, uno de los fundadores de la Asociación de Importadores Latinoamericanos (Aseila), que engloba a 11 empresarios latinos. Ávila tiene estudios de postgrado en ICADE . Aún así, cuando terminó el master en ICADE tuvo que ponerse a vender ropa de segunda mano y gaseosas en el Rastro, a escondidas de la policía. Luego, consiguió trabajo en una cadena hotelera, como controlador de calidad. "Ahorré y con 3.000 euros abrí en 1998 una pequeña oficina donde vendía productos latinoamericanos". Ávila se iba todos los días a repartir octavillas de publicidad de su negocio a las puertas del consulado colombiano en Madrid. Ahora, este colombiano tiene varias tiendas en las que da trabajo a una decena de empleados inmigrantes como él. También tiene una agencia de viajes y una oficina desde donde gestiona todo y que apenas mide nueve metros cuadrados.
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