El PNV se compromete a que el pacto político en Euskadi tenga "mayor adhesión" que el Estatuto
El PNV se compromete a conseguir "una mayor adhesión que la obtenida por el Estatuto de Gernika" para el acuerdo sobre el futuro marco político-jurídico que pueda alcanzarse en la mesa de partidos que auspicia Ibarretxe, cuando se someta a consulta popular. El lehendakari ya había fijado este requisito para su propuesta de nuevo estatuto, el plan Ibarretxe, que encalló en el Congreso, pero es la primera vez que su partido lo recoge formalmente por escrito, un hecho destacado desde la propia dirección del PNV.
Ese objetivo "será la piedra angular, la referencia básica, para validar democráticamente el nuevo punto de encuentro para la convivencia política", recalca en su conclusión el documento que la dirección peneuvista aprobó por unanimidad en su reunión del pasado día 10 y que su presidente, Josu Jon Imaz, presentó ayer tras ser sometido el viernes a la Asamblea Nacional del partido. El Estatuto de Gernika fue ratificado en referéndum en octubre de 1980 por el 90,2% de los votantes. En la consulta participó el 59% del censo.
"No es posible construir una nación cohesionada e integrada sobre la imposición de un proyecto"
"El conflicto no puede ser interpretado con las claves de ETA. Los acuerdos políticos no estarán condicionados por ETA"
El amplio apoyo "será la referencia básica para revalidar democráticamente el nuevo encuentro para la convivencia"
El texto, titulado en su versión castellana Ante el final dialogado de la violencia y la normalización política, pone en limpio la postura del PNV ante la situación que se abre con el posible final de ETA y la búsqueda paralela de un nuevo marco político para Euskadi. Supone también un acuerdo hacia dentro del partido, en cuanto trata de sintetizar las posturas de los sectores que encabezan Imaz y Joseba Egibar, cuyas desavenencias y desacuerdos son manifiestos. Los equilibrios resultantes afloran en el contenido del documento, de 15 apretados folios, en el que el PNV afirma su voluntad de tomar la "iniciativa política" que le corresponde como partido mayoritario en "esta encrucijada histórica".
Aunque el texto reitera principios tradicionales del credo nacionalista, como la existencia de un contencioso político irresuelto, y propone como solución la receta del plan Ibarretxe -derecho sin restricciones del pueblo vasco a decidir su futuro- incorpora algunos matices y novedades respecto a otros anteriores. En lo que respecta a la violencia, pone un especial énfasis en deslegitimar su práctica y resultados, y en desmarcarse de los diagnósticos del entorno etarra. "Este conflicto no puede ser interpretado según las claves de ETA", sostiene y añade que las decisiones políticas "no estarán condicionadas por una ETA que no ha sido capaz de aceptar ni la voluntad mayoritaria de los vascos ni la legitimidad democrática de las instituciones".
Y en lo que se refiere a las soluciones, se separa de la estrategia que se puso en marcha en 1998 con el Pacto de Lizarra propiciada por la tregua etarra: una Euskal Herria pensada por y para los nacionalistas.
Por el contrario, el texto que Imaz leyó en euskera, castellano y francés reconoce "el pluralismo de la sociedad vasca" como elemento "consustancial" y "positivo" de la misma, y afirma que "no es posible constituir una nación cohesionada e integrada" sobre el "enfrentamiento de identidades ni sobre la imposición de un proyecto". A la hora de abordar la normalización política en una mesa de partidos, el PNV subraya que "la llave" para su constitución es el cese de la violencia, cuya verificación y definición atribuye a las propias formaciones políticas.
En cuanto a los contenidos, el partido nacionalista propugna que "el derecho de los vascos a decidir su futuro se conciba como un espacio de encuentro", respetando "los diferentes sentimientos identitarios" y tratando de "integrarlos en un esquema de pacto y compromiso". "Es el reto para los que pretendemos resolver el conflicto histórico-político vasco sin merma para la integración y la cohesión social de nuestro pueblo", recalca el documento.
Con este espíritu, la postura que el PNV llevará a la mesa de partidos será, básicamente, la doctrina recogida en el plan Ibarretxe sobre la capacidad de decisión de la sociedad vasca y el respeto a lo que decida. Para ello propone un sistema de doble llave, de forma que el compromiso vasco de "no imponer" un acuerdo con menos aceptación que el vigente (el Estatuto de Gernika), se acompañe con el del Estado de "no impedir" que se lleve a cabo, como sucedió en el Congreso con el plan Ibarretxe. Así mismo, plantea "pactar" las condiciones de la subsiguiente consulta popular para asegurar "su carácter integrador, un buen resultado y su viabilidad en la posterior negociación".
Un documento avalado por los dos sectores del partido
El documento hecho público por Imaz es el resultado de los delicados equilibrios existentes dentro de la dirección del PNV entre el sector más posibilista e integrador, que él mismo representa, y el decididamente soberanista personificado por Joseba Egibar. Entre la presentación en el consejo nacional del partido (el Euzkadi Buru Batzar) del primer borrador por su presidente y la aprobación por unanimidad del texto definitivo, el pasado día 10, hubo unas intempestivas declaraciones de Xabier Arzalluz. El 2 de octubre, en una entrevista a un periódico digital vinculado al PNV, Arzalluz acusó a su sucesor de salirse del "discurso oficial del partido" y de expresar sólo "ideas personales" cuando defendió en julio el concepto de soberanía compartida como una alternativa más moderna y viable que la pura independencia.
Según fuentes peneuvistas, el malestar interno creado por la irrupción pública de Arzalluz, que no oculta su desafecto a Imaz, ayudó a que el documento saliera adelante. Aunque con abundantes supresiones y añadidos que pueden adivinarse en el texto. Una terminología menos etnicista que lo habitual -el concepto "sociedad" predomina sobre el de "pueblo"- y aportaciones novedosas de reconocimiento del pluralismo se combinan con el espíritu del plan Ibarretxe, referencias a Lizarra, al Pacto de Ajuria Enea, la Declaración de Barcelona o el proceso irlandés. Egibar y sus partidarios en el EBB, según las misma fuentes, cuestionaron inicialmente la necesidad de redactar un documento. Argumentaron que el partido ya disponía de su "hoja de ruta": la ponencia política aprobada en la Asamblea General de 2004, redactada por Arzalluz y Egibar. Sin embargo, tras intentar presentar un texto alternativo, aceptaron entrar a negociar modificaciones hasta alcanzar una síntesis que permitió su aprobación por unanimidad.
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