Entre ciclistas y peatones

He seguido con interés el cruce de cartas entre un ciclista urbano y un peatón. No voy a utilizar ningún adjetivo para calificar al mencionado ciclista urbano. Quien haya seguido las diferentes cartas se habrá quedado de piedra al leer que ciclista en cuestión acusa al editor, veladamente, eso sí, de resumir sus cartas, aunque no creo que aún resumidas, no haya quedado clara su postura.

No sólo dijo que pensaba ir por la acera mientras no hubiese un carril-bici, sino que en la última carta de 20/10/05 dice textualmente que piensa seguir circulando por las aceras, incumpliendo la ordenanza, con la salvedad, que fue resumida por el editor, de que lo hará a pequeña velocidad (incluso a paso humano).

No entiendo para qué se necesita la bicicleta, si va a ir a paso humano por una acera. No entiendo por qué no lleva una identificación visible como cualquier vehículo, vaya por donde vaya. No entiendo por qué no tienen un seguro de daños a terceros, que cubra los posibles daños que pueden realizar ciclistas urbanos no tan mesurados como el comunicante. No entiendo por qué no se les somete a pruebas de alcoholemia y en caso de dar positivo, no se inmoviliza la bicicleta como se inmoviliza a cualquier otro vehículo, multa aparte. En el fondo, no entiendo la permisividad de que gozan los ciclistas urbanos y no urbanos.

Pero lo que menos entiendo es que los peatones, que somos todos, tengamos que pagar los platos rotos de la "prudencia" de los ciclistas y aguantar los insultos de otros ciclistas, urbanos pero no cívicos, porque no les dejamos paso franco por el espacio natural de un peatón: la acera. Como tampoco entiendo que el elemento más débil de la circulación sea el menos protegido.