_
_
_
_
Crítica:TEATRO
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

El disparo de Nora

Javier Vallejo

El portazo de Nora en el Teatro Real de Copenhague resonó en toda Escandinavia. En 1879, resultaba inconcebible que una mujer se fuese de casa, dejando los hijos en manos de su esposo, como hace la protagonista de Casa de muñecas. Los espectadores identificaron al personaje con su intérprete, Betty Hennings, y creyeron que ella sería capaz de hacer lo que Nora. Visto lo visto, la actriz que ensayaba la versión alemana le pidió a Ibsen un final diferente. El autor, exiliado en Dresde, aceptó cambiarlo a regañadientes. En la nueva versión, Nora, empujada por Torvald a la habitación de los niños, se derrumba al verlos y grita: "Voy a traicionarme a mí misma, no los abandonaré". A pesar del cambio, buena parte de la crítica berlinesa consideró la obra un ataque a la familia, y a Nora, una histérica. Pronto apareció una adaptación alemana en la que la esposa acaba regresando, suplicante, con un bebé de Torvald en los brazos. Él saca un dulce de los que le gustan a ella y se lo pone en la boca, como el amo al perro obediente. En Japón, Nora, encarnada por una actriz, causó doble escándalo, porque allí el arte dramático era cosa de hombres: aún lo es en el teatro noh y en el kabuki. La censura franquista autorizó a Luis Escobar el montaje de esta obra, a condición de que la esposa no se fuera de casa, buscando realizarse. Y no se fue. Tampoco se va en una edición de la Universidad de Cambridge... ¡de 1976! El portazo de Nora tardará en ser digerido. Thomas Ostermeier, codirector de la Schaubühne de Berlín, cambia el final, pero en sentido contrario. En la puesta en escena, que presenta en el Festival de Otoño de Madrid, Nora es una mujer de armas tomar, hermana de sangre de Hedda Gabler: antes de cerrar para siempre la puerta de su magnífico loft, se gira, le pega cuatro tiros a Torvald, y asunto liquidado.

En Nora, Ostermeier, de 37 años, traslada la acción a una casa del Berlín de hoy. El matrimonio Helmer y sus tres hijos viven entre decenas de electrodomésticos, pantallas y teléfonos móviles. El doctor Rank, enamorado platónicamente de su anfitriona, está enfermo de sida; la niñera es una inmigrante mulata, y Nora, en lugar de disfrazarse de pescadora napolitana y de bailar la tarantella, se viste de Lara Croft: es la esposa-trofeo de un hombre de éxito. La escenografía de Jan Pappelbaum gira para ofrecer al espectador un punto de vista diferente con cada viraje del texto.

Hora y media después de Nora, y en otra sala, el Festival de Otoño ofrece Concierto a la carta, de Franz Xaver Kroetz. Ambos montajes, protagonizados por Anne Tismer, forman un díptico. En el segundo, sola, con un programa de canciones dedicadas como banda sonora y sin decir palabra en toda la función, la parricida prepara la cena, la toma, se desviste, se acuesta, no consigue dormirse, busca somníferos... La Tismer recibió en 2003 el premio de la revista Theater Heute a la mejor actriz del año.

Es la primera vez que la

Schaubühne visita Madrid desde que en 2000 un equipo integrado, entre otros, por Ostermeier y la coreógrafa Sasha Watz asumieran su dirección. Ostermeier es afortunado. Nada más terminar sus estudios en el antiguo sector Este de Berlín, recibió de Thomas Langhoff el encargo de gestionar una salita de 99 butacas, Die Baracke, cuarto trastero del Deutsches Theater. Su programación fue un boom. Cuatro años después, Gerhard Ahrens, codirector de la Schaubühne, uno de los cuatro teatros más importantes de Berlín, le ofreció relevarle. Es un teatro de repertorio, en la tradición alemana y del Este de Europa: cada día ofrece un espectáculo diferente, que se repite cuatro o cinco veces al mes, y permanece años en cartel. Nora data de 2002. El presupuesto anual de la Schaubühne ronda los 15 millones de euros y cubre cerca de 450 representaciones, giras incluidas. Tiene tres salas. En la principal, público y escena se pueden cambiar de sitio a conveniencia. Los miembros de la compañía cobran entre 3.000 y 4.500 euros al mes, según el número de hijos, participan en las decisiones artísticas y tienen derecho a vetar la entrada de un texto en repertorio, siempre que sumen una mayoría de dos tercios y propongan otro título. Es un ejemplo.

Nora. Real Escuela Superior de Arte Dramático. Del 3 al 5 de noviembre. Concierto a la carta. Teatro de La Abadía. Del 4 al 6.

Lars Eidinger y Anne Tismer, en 'Nora'.
Lars Eidinger y Anne Tismer, en 'Nora'.ARNO DECLAIR

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Sobre la firma

Javier Vallejo
Crítico teatral de EL PAÍS. Escribió sobre artes escénicas en Tentaciones y EP3. Antes fue redactor de 'El Independiente' y 'El Público', donde ejerció la crítica teatral. Es licenciado en Psicología, en Interpretación por la RESAD y premio Paco Rabal de Periodismo Cultural. Ha comisariado para La Casa Encendida el ciclo ‘Mujeres a Pie de Guerra’.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_