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Crítica:
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

Retratos arquitectónicos

Roland Fischer tiene una trayectoria que le ha convertido gradualmente en un caso singular dentro de la influyente escuela alemana. Se dio a conocer a partir de los años ochenta con dos series de retratos de gran sobriedad y poder de abstracción, Monjes y monjas y Los Angeles Portraits. La característica de aquellos retratos era el aislamiento de los individuos de cualquier contexto referencial y la concentración de la imagen sobre cada uno de los rostros, haciendo de la superficie de la cara el eje sobre el que se construía la tensión visual. En la década de los noventa comenzó a realizar diversos trabajos centrados en la arquitectura, entre los que se encuentra su serie Fachadas que ahora se presenta en Madrid.

ROLAND FISCHER

Galería Max Estrella

Santo Tomé, 6. Madrid

Hasta el 29 de octubre

Roland Fischer fotografía fachadas de edificios, preferentemente sedes de diferentes corporaciones, empresas o instituciones, aquellas que progresivamente van definiendo y caracterizando el rostro de las ciudades; no es extraño en este sentido que se haya señalado reiteradamente la similitud del planteamiento entre las series de retratos mencionadas más arriba y la de las fachadas: la abstracción y el interés por despojar de referentes, con el fin de captar la esencia, ya sea de las personas o de los edificios.

De estas fachadas aísla

fragmentos que poseen una radical autonomía visual en la medida en que no remiten ya al referente arquitectónico, al edificio, sino que aparecen sustentadas en su propio juego compositivo. El límite de la fotografía es aquí el límite del cuadro. Estas fachadas se nos muestran como composiciones abstractas, en muchos casos marcadamente geométricas, construidas a base de línea y color. Como el propio Fischer señala, "podrían evocar las características de las colour-field paintings (pinturas de campos de color), sin dejar de ser fotos clásicas de objetos". Y aquí precisamente reside el interés de estas fachadas, que entran de lleno en uno de los aspectos más interesantes del diálogo actual entre pintura y fotografía: la tensión entre figuración y abstracción. El límite de lo reconocible como fotográfico, aquello que remite a un referente y sin embargo afirma su autonomía como imagen. Y por otro lado, lo pictórico, saturando la imagen, desmembrándola y recomponiéndola.

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