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Reportaje:

A vueltas con el modelo social

El Reino Unido quiere limitar la próxima cumbre de la UE a la globalización para evitar disputas entre los Veinticinco

Andreu Missé

Contra todo pronóstico, el debate sobre el modelo social lanzado por el primer ministro británico, Tony Blair, como asunto estrella durante su presidencia de la UE se está convirtiendo en el principal tema de discusión sobre el futuro de Europa. La Europa que trata del empleo, la educación, las pensiones y demás asuntos urgentes es la que está despertando más el interés de los ciudadanos. "Llevo 25 años en las instituciones comunitarias y nunca había visto un interés y unas discusiones tan intensas sobre los asuntos sociales como ahora", señala un alto funcionario que trabaja en uno de los documentos que prepara la Comisión para la cumbre del día 27 en Hampton Court. Tras el no de Francia y Holanda a la Constitución, el debate social es el más consistente.

La reflexión inicial fue promovida por la propia presidencia británica, con trabajos como el de André Sapir, que incluía una comparación de los cuatro modelos sociales europeos (continental, nórdico, mediterráneo y anglosajón) desde la doble perspectiva de la eficiencia y la igualdad. Un estudio en el que los países nórdicos (Dinamarca, Finlandia, Suecia y Holanda), con un alto nivel de protección social y políticas activas en el mercado de trabajo, eran los que salían mejor parados. Los peor clasificados eran los países mediterráneos (España, Grecia, Portugal e Italia), que concentran su gasto social en pensiones y una regulación salarial muy condicionada por la negociación colectiva.

El estudio de Sapir, inspirado en los análisis de Gosta Esping- Anderson de principios de los años noventa, refleja sobre todo la diversidad de fórmulas desarrolladas por los distintos países para moderar los efectos del "capitalismo salvaje", pero también las dificultades jurídicas de desmantelar los derechos establecidos.

La Comisión Europea prepara también un documento cuyas ideas maestras ha expuesto recientemente Wladímir Spidla, comisario de Empleo, Asuntos Sociales e Igualdad de Oportunidades. Spidla propugna una "reinvención" del modelo social europeo con "más flexibilidad". "Más que de proteger los empleos, se trata de proteger la capacidad de la gente para ocupar un empleo". Para ello considera que se deben acometer una serie de reformas económicas y sociales que "deben combinar el rendimiento económico y la solidaridad".

La realidad es que la participación de la sociedad civil en el debate es ya muy amplia y diversa. Incluye, por ejemplo, desde las jornadas celebradas en Erfurt, con la participación de organizaciones sindicales y ONG, como ATTAC, a las próximas conferencias en Bruselas de destacados economistas como Jeremy Rifkin, y sindicalistas como John Monks, secretario general de la Confederación Europea de Sindicatos. Austria, que ocupará la presidencia en el primer semestre de 2006, ya ha anunciado su propósito de profundizar en la discusión.

En cierta medida, todo este debate se le ha ido un poco de las manos a la presidencia británica. Pronto ha comprendido el elevado riesgo de confrontación que supone el examen de los distintos modelos sociales ante las propias barbas de los jefes de Estado y de Gobierno de Los Veinticinco. Para evitar situaciones embarazosas, Londres ha optado por restringir la duración de la cumbre de dos a un día y reconducir el tema. Según el nuevo enfoque, se trata de "analizar las consecuencias de la globalización en las condiciones sociales y de seguridad de los ciudadanos", según una fuente comunitaria.

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Una rectificación oportuna también para Blair y su ministro del Tesoro, Gordon Brown. A la vista de los malos datos que van apareciendo de la economía británica, deberán reconsiderar sus pretenciosas propuestas iniciales a los demás líderes europeos. Los últimos datos de la OCDE suponen una cura de humildad. Este año la economía británica sólo crecerá el 1,7%, frente al 3% o 3,5% previsto. La productividad de la economía del Reino Unido es inferior a la de EE UU, Francia y Alemania, lo que explica que la renta por habitante de los británicos apenas llegue a la media de la OCDE.

Ante esta coyuntura, Reino Unido prefiere "una cumbre sin papeles" en la que los líderes "puedan expresarse en libertad", según una fuente diplomática británica. Por otra parte, varios líderes, especialmente los de los países de la ampliación, no se conformarán con una cumbre dedicada sólo a un debate de ideas y plantearán las cuestiones financieras urgentes.

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