El despilfarro fiscal de EE UU
La Oficina Presupuestaria del Congreso detecta 140.000 millones de dólares en gastos innecesarios
La búsqueda de la inmensa cantidad de fondos públicos que necesita la Casa Blanca para poder financiar la reconstrucción de la zona devastada por el tifón Katrina, estimada en más de 150.000 millones de dólares, está ayudando a mostrar curiosos hábitos de gasto algunos incluso escandalosos. Los oficiales de la Air Force (Fuerza Aérea) y de la Navy (Fuerza Naval), por ejemplo, gastaron durante el último año y medio hasta 73.950 dólares salidos del bolsillo de los contribuyentes, más de 10 millones de las antiguas pesetas, en prostitutas y bares de alterne.
Los oficiales de la Air Force y de la US Navy se han gastado en los últimos 18 meses hasta 73.950 dólares en prostitutas y bares de alterne
Cuando el ex gobernador tejano George W. Bush accedió a la Casa Blanca en 2001, se encontró las cuentas públicas de la nación en superávit. Hoy, el déficit federal asciende a 317.000 millones de dólares, tras marcar un récord de 412.000 millones en el ejercicio 2004. Esta degradación la achacó el presidente Bush al efecto combinado de la explosión de la burbuja tecnológica, la crisis económica y los gastos vinculados a la guerra global contra el terrorismo tras el 11-S. Una de las promesas electorales del presidente para lograr su reelección hace un año fue la de reducir a la mitad el déficit.
La solidez de la expansión económica jugaba a su favor del lado de los ingresos. Pero tras el azote de los huracanes en septiembre, el panorama fiscal ha cambiado de forma radical y para muchos analistas esa promesa es ya una misión imposible. Bush, sin embargo, no quiere faltar a su palabra y pide al Congreso que tome la tijera sin miedo, y empiece a cortar gasto allí donde no sea necesario. Y aquí llega la publicación del último informe de la Fundación Heritage, uno de los grupos de presión que asesora a la Administración de Bush en el diseño y manejo de su política.
El documento en cuestión es una lista con ejemplos concretos en los que se detalle el alcance del despilfarro presupuestario en Estados Unidos y sugiere con número de dónde se podría empezar a tomar dinero, para enviarlo a los Estados necesitados del golfo de México. Entre los derroches más llamativos, además del dinero que se pagan los militares para satisfacer sus vicios sexuales, destaca que el Pentágono haya pagado 100 millones en billetes de avión que nunca utilizó su personal.
Y vuelven a aparecer los lujos que se pegan sus oficiales a costa del contribuyente. La Fundación Heritage precisa que el personal de la Air Force y de la Navy utilizó en los últimos 18 meses tarjetas de crédito financiadas por el Gobierno con la que se pagaron 102.400 dólares en entradas para eventos de entretenimiento, 48.250 dólares en casinos y 69.300 dólares en cruceros. A todo esto se le sumarían sobrepagos de 800 millones de dólares anuales para los veteranos o los casos de "manipulación" de información contable por parte del Cuerpo de Ingenieros del Ejército para justificar "gastos en proyectos públicos innecesarios".
La Defensa no es el único capítulo de gasto en el que se observan importantes despilfarros. Los abusos en los programas de alimentación en los colegios se comen 120 millones de dólares anuales del presupuesto. Y los subsidios "masivos" a la agricultura llegan a varios miembros del Congreso y celebridades como el magnate David Rockefeller, el titán de los medios Ted Turner, el deportista Scottie Pippen y el ex consejero delegado de Enron, Ken Lay, procesado por el fraude contable que acabó con la eléctrica en 2001. Son los conocidos como los "agricultores de tiempo libre".
Estos desfases contables, a los que se suman otros muchos, llevaron a la Administración a no poder justificar 24.500 millones de dólares en 2003. La Oficina Presupuestaria del Congreso tiene identificados en los libros contables de la nación capítulos de gasto en los que se podrían proceder a drásticos recortes por un valor de 140.000 millones, una cifra próxima al daño de Katrina. La Casa Blanca lo deja en 90.000 millones, que lograría retirando financiación pública a programas poco efectivos, marginalmente adecuados, con pobres resultados o que adolecen de problemas en su diseño. Ahora es el turno de los legisladores en el Capitolio de ponerse de acuerdo sobre la vía más adecuada para recortar el gasto.
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