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Reportaje:

Hambre de libros

La capital necesita otras 50 bibliotecas públicas para cumplir el objetivo que fijó el Plan General de Ordenación Urbana de 1997

Soledad Alcaide

El barrio de Carabanchel Alto ya no tiene biblioteca. "Era pequeña, pero prestaba su servicio", explica Pedro Casas, secretario de la Asociación de Vecinos de Carabanchel. Hasta mediados de abril pasado, un recinto pequeño, de unos 200 metros, hacía la función de sala de préstamo en el Centro Cultural Federico García Lorca. Hoy sólo está destinada a la lectura de algunos volúmenes, y la mayoría de sus libros han sido trasladados a un barrio cercano, Carabanchel Bajo, donde formarán parte de la biblioteca municipal de La Chata. Ésta aún no ha abierto sus puertas, a pesar de que su edificio está terminado desde hace meses. "La biblioteca que va a ser abierta probablemente sea mayor. Pero ir a otro barrio ya resulta incómodo, porque se trata de que los libros estén cerca", puntualiza Casas.

La ciudad se beneficia de 42 salas públicas, pero cuatro distritos sólo disponen de una

Ese problema puede extrapolarse a otros muchos puntos de la capital que no disponen de un servicio de biblioteca, a pesar de que la ciudad cuenta con 42 salas públicas, gestionadas por la Comunidad (18) y el Ayuntamiento (24). Algunos distritos, como Barajas, Chamartín, Retiro, Tetuán y Villaverde, sólo tienen una para toda su población. Y hay otros nueve distritos donde sólo hay dos.

La oposición municipal (PSOE e IU) viene denunciando que hacen falta más infraestructuras, pues la ratio de bibliotecas públicas por habitante es inferior en Madrid respecto a la Unión Europea, e incluso en relación con otras capitales españolas. En la capital hay 75.414 habitantes por cada biblioteca pública, si se toman las estadísticas de población a 1 de enero pasado (3.167.424 habitantes).

El Plan de Extensión de la Red de Bibliotecas Públicas, una propuesta de IU, recuerda que en la UE la media es de una biblioteca pública por cada 9.571 habitantes. Esta misma semana, el grupo municipal socialista ha denunciado que en Barcelona hay una biblioteca municipal por cada 42.663 habitantes y en Valencia la ratio es de 23.025. En Madrid hay una instalación municipal por cada 131.976, según los socialistas; es decir, casi el triple de potenciales usuarios que en Barcelona.

"La ratio de bibliotecas públicas por ciudadano pega un salto si se incluyen en los datos las de las Universidades, los centros científicos, como el CSIC, o la Biblioteca Nacional", rebate el director general de Patrimonio Cultural del Ayuntamiento, Juan José Echevarría.

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Echevarría explica que Madrid tiene una situación "atípica" respecto a otras zonas de España, puesto que cuando se hicieron las transferencias a las comunidades autónomas, las instalaciones gestionadas por el Estado no fueron cedidas al Ayuntamiento, como en otras regiones, sino a la Comunidad, lo que dejó muy mermada la red municipal. La consecuencia, agrega, es que en la capital conviven dos sistemas de gestión diferentes. De ahí que las dos administraciones firmaran el pasado julio un convenio para crear el futuro Consorcio de Bibliotecas Públicas de Madrid, cuya intención es unificar políticas. Ayuntamiento y Comunidad ya trabajan en un único sistema de acceso informático al catálogo en toda la red de bibliotecas, así como un solo carné de usuario. Eso permitirá que desde cualquier instalación puedan consultarse los fondos y pedir un libro a cualquier punto de la región, para que esté disponible en 48 horas.

"Queremos conseguir que no haya ninguna biblioteca a más de un kilómetro de distancia o a 10 minutos andando", precisó el director general de Archivos, Museos y Bibliotecas de la Comunidad, Álvaro Ballarín. Por eso, las dos administraciones tienen la intención de hacer un "esfuerzo" para aumentar el parque de salas. Están obligadas por el Plan General de Ordenación Urbana de 1997, que planteaba como objetivo la existencia de una biblioteca por cada 30.000 madrileños, lo que supondría tener al menos 100 instalaciones en la capital; es decir, faltan más de la mitad.

Echevarría justifica en la falta de personal el que apenas se abran instalaciones en la capital y que haya una biblioteca como la Manuel Vázquez Montalbán, en Tetuán, terminada y con dotación, pero cerrada. "Tenemos un déficit de personal especializado", aseguró el director general, que precisó que sólo hay un par de archiveros (el máximo nivel) para todas las bibliotecas. Según él, hacen falta 320 funcionarios para mejorar la red existente y 15 más por cada nueva dotación que se abra. "En infraestructuras y equipamiento no tenemos límite de crecimiento", añadió. "Tenemos solares y capacidad de inversión para abrir dos al año". El problema, continúa, es que el sistema de contratación de funcionarios impone unos plazos para la convocatoria de oposiciones que ha hecho que hasta la fecha su departamento estuviera atado de manos. Finalmente, este año saldrán 30 plazas, cuya convocatoria se inició hace dos años, que irán ampliándose hasta las 215 que ya están en presupuesto.

Ballarín explica que el compromiso es que la Comunidad abra una biblioteca grande cada año, lo que supone una infraestructura de entre 4.000 y 5.000 metros cuadrados, con grandes fondos de referencia. A cambio, el Ayuntamiento de Madrid abrirá dos pequeñas anuales, "más cercanas a los ciudadanos" y dedicadas al préstamo.

Una de las visitantes habituales de la biblioteca Pedro Salinas, en el distrito de Centro, es María Jesús Bellido, de 34 años, que suele acudir con su hija cuando ésta sale del colegio. Ambas son socias de la biblioteca municipal de Arganzuela, lo que les permite tener más opciones de lectura. "Hace tiempo que decidí leer así, porque antes compraba libros de forma compulsiva y luego no los leía. Ahora, cuando quiero alguno, primero lo busco en la biblioteca y, si me gusta, lo compro".

Bellido es una de las madrileñas que la encuesta sobre hábitos de lectura en la región, realizada por la Comunidad en 2004, clasifica como "lector ocasional o frecuente" y que suponen un 68,8% de los ciudadanos. Sólo un 31,2% de los encuestados queda clasificado como "no lector".

"En cambio, Madrid tiene un índice por debajo de la media nacional en el uso de bibliotecas", dice Echevarría. "Y es el que más libros compra". De ahí que Ayuntamiento y Comunidad estén trabajando para ampliar los servicios de extensión bibliotecaria, como el bibliómetro o los bibliobuses, que cubren nueve distritos de la ciudad, donde no hay servicio bibliotecario. Su tesis es que hay que ir a buscar a los lectores, no esperar a que vayan a las bibliotecas.

La mayoría de los usuarios entrevistados en varias bibliotecas de la capital se muestran satisfechos, aunque alguno señala que son mejorables. Como David Palomo, de 28 años, que desde tiempo utiliza habitualmente la biblioteca municipal de Aluche: "Estoy haciendo oposiciones y vengo mucho a la sala de estudio, aunque también cojo libros, sobre todo de viajes, y algún DVD de música".

Las bibliotecas públicas cuentan además con múltiples actividades para fomentar la lectura (especialmente dirigidas a adolescentes y niños), actos con autores, tertulias, charlas, y hasta talleres de conversación en inglés y francés. No es un problema de falta de dotación, animación o malas instalaciones; es una cuestión de cómo se reparten estas infraestructuras por toda la ciudad.

Del metro al hospital

"En Madrid hay un 15% de personas que querrían leer, pero no lo hacen porque no tienen tiempo", asegura el director general de Archivos, Museos y Bibliotecas de la Comunidad de Madrid, Álvaro Ballarín, que extrae este porcentaje de la encuesta sobre hábitos de lectura en la región realizada en 2004.

Por eso, el Gobierno regional y el municipal, ambos dirigidos por el PP, se han planteado el objetivo de acercar el libro a los madrileños a través de los "servicios de extensión de las bibliotecas" y que la Comunidad viene poniendo en práctica desde la época en la que era presidente Joaquín Leguina (PSOE), con los bibliobuses -en la actualidad existen 13- que dan servicio a los municipios de la región que no tienen este tipo de dotaciones culturales.

El siguiente paso ha sido la creación del bibliometro, un sistema gratuito de préstamo de libros en el interior del suburbano, que ya tiene cuatro emplazamientos gestionados por el Ayuntamiento en las estaciones de Aluche, Canal, Nuevos Ministerios y Moncloa.

Además, la Comunidad abrirá otros cuatro antes de finales de año: Puerta de Arganda (que será inaugurado el próximo 30 de octubre), Sierra de Guadalupe (15 de noviembre), Mar de Cristal (30 de noviembre) y Puerta del Sur (primeros de diciembre).

Otra fórmula que Ayuntamiento y Comunidad tienen ya en marcha es instalar módulos similares en "las cárceles, hospitales, centros de mayores, las estaciones de cercanías de Renfe, centros comerciales y piscinas", aseguró Ballarín.

Para ello, les servirá la experiencia del bibliometro, que en apenas un mes de funcionamiento -fue inaugurado en septiembre- ha prestado 10.750 volúmenes y ha expedido 8.750 carnés.

Además, tiene un índice de devolución mayor que las bibliotecas públicas, como explica el director general de Patrimonio Cultural de la capital, Juan José Echevarría. La razón es posiblemente que el bibliometro tiene un servicio de devolución a través de un buzón, como en la mayoría de los videoclubes. Una muestra de que el madrileño quiere facilidades.

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Sobre la firma

Soledad Alcaide
Defensora del Lector. Antes fue jefa de sección de Reportajes y Madrid (2021-2022), de Redes Sociales y Newsletters (2018-2021) y subdirectora de la Escuela de Periodismo UAM-EL PAÍS (2014-2018). Es licenciada en Derecho por la UAM y tiene un máster de Periodismo UAM-EL PAÍS y otro de Transformación Digital de ISDI Digital Talent. 

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