Pisa, feminista, pisa con garbo
Empeñado en que el año que viene consiga por fin el premio Card de las mujeres periodistas, el amigo Quim Monzó me pasa un recorte de prensa (este año, para mi desgracia, sólo he merecido una triste amonestación). Y el caso es que el recorte me puede ayudar, porque en él leo que el jueves que viene, en Barcelona, tendrá lugar la Carrera de la Mujer. Hasta aquí nada de particular. Lo particular es que en esta carrera los hombres pueden participar, pero no pueden ganar. Sólo podemos ganar las mujeres. Gracias, Verge de l'Empenta.
A veces sospecho que en los grupos feministas hay una infiltrada que pretende dinamitar el movimiento desde dentro, porque tanto humor no puede ser espontáneo. Vean, si no, las advertencias que se nos hacen en la hoja de inscripción de tan singular carrera. Se nos ruega que llevemos poca ropa, porque "las mujeres tendemos a ponernos demasiada ropa en las carreras. Incluso cuando es imposible que llueva corremos con impermeable". Es verdad. A Marion Jones siempre le pasa. ¡Qué gran consejo! De hecho, si yo no fuese tan poco feminista como soy, esta advertencia me parecería de lo más sexista. Leo también otro consejo de importancia crucial para una mujer (a los hombres, como todo el mundo sabe, no hace falta explicarles cómo tienen que correr). Se nos pide que no estrenemos zapatillas deportivas ese día. ¡Qué contratiempo! Lo que me desconcierta es que no digan nada sobre si se puede o no se puede correr con tacones y bolso. Yo, por si acaso, ya he encargado mi pamela y mi vestido de noche. Estaré divina. O eso espero, más que nada porque seguro que en la carrera participarán todos los hombres concienciados de Cataluña.
Pero, no lo olviden, estos hombres no pueden ganar, sólo participar. Y yo me pregunto de qué manera van a hacerlo. No es fácil, por poner sólo un ejemplo, correr menos que Montserrat Minobis. Así que me imagino que algunos irán delante de nosotras todo el rato y al llegar a la meta se pararán y darán unos saltitos hacia atrás. O se pondrán a jugar al mus para esperar tranquilamente las dos horas que faltarán para que lleguemos las primeras. Otros probablemente harán ver que corren a cámara lenta. Los vacilones harán un amago de ganar, pero cuando parezca que lo consiguen, se echarán hacia atrás y gritarán: "¡Ayyy...!". Estoy segura de que los más caballerosos exclamarán: "Las mujeres primero, pase señora, pase a la meta, por favor". Y no faltará el de la vieja escuela que se despoje de la camiseta y la arroje sobre un charco para que la pisemos con garbo.
Si la cosa prospera, yo creo que podríamos extender la idea a otros ámbitos. En una carrera de 100 metros es evidente que las mujeres somos inferiores, pero no es así en una carrera universitaria. Y sin embargo, sería muy agradable que nos dejasen ganar también. Y en los premios literarios. Yo veo muy bien que los hombres participen, pero que la pasta siempre nos la llevemos nosotras. Y en las elecciones igual. Y en las oposiciones. A ver si sólo nos van a ceder los primeros puestos en las puertas y en los naufragios, caramba con el machismo.
moliner.empar@gmail.com
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