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Reportaje:

Cuidadoras del futuro

Siete guarderías auspiciadas por asociaciones de mujeres se hacen cargo de los niños de las trabajadoras rurales

Las abuelas de Jimena de la Frontera (Cádiz) fueron hace 20 años las principales cuidadoras de los hijos de las trabajadoras del pueblo y sus pedanías. De las jornaleras atareadas en sus labores de labranza o de las costureras que comenzaron a trabajar en los ochenta en la cooperativa Confecciones Sajies. La necesidad hizo proliferar también las llamadas guarderías amigas, mujeres que se dedicaron de manera precaria a atender a esos niños en sus propios domicilios. La Federación de Asociación de Mujeres El Despertar, gracias a una importante contribución de fondos europeos, ha podido solventar este déficit asistencial con la construcción de siete centros educativos, que han profesionalizado el servicio y mantenido la mano tendida a los padres.

El proyecto, que han denominado Mejorana y que cuenta con el apoyo de la Junta, fue aprobado en 1999 por la Comisión Europea dentro de un programa de ayudas a sistemas innovadores para mujeres agricultoras en zonas rurales. Desde entonces, la Fundación El Despertar, que agrupa los esfuerzos femeninos de un buen número de asociaciones del Campo de Gibraltar, ha trabajado duro para conseguir lo que hoy tienen: siete guarderías homologadas con 225 plazas conveniadas con la Consejería de Igualdad y Bienestar Social que se han ubicado en Jimena y sus pedanías de San Pablo de Buceite y Estación de Jimena, la entidad local autónoma San Martín del Tesorillo y las pedanías de San Roque Miraflores, Taraguilla y Estación de San Roque.

La presidenta María Luz Rueda asegura que el proyecto ha cubierto dos objetivos: auxiliar a aquellos padres y madres que trabajan y no tienen con quien dejar a sus hijos y contribuir a estabilizar laboralmente a aquellas mujeres que soportaban las guarderías amigas dentro de la economía sumergida. Han creado, de esta forma, 20 puestos de trabajo a jornada completa y 13 a media jornada.

Las guarderías ofrecen una atención continuada durante 11 meses al año, en horario de 8:00 a 16:00, con comedor y servicios añadidos como una escuela de familia.

Para poner en marcha el proyecto, agradecen el apoyo de los ayuntamientos que han cedido suelos y del Grupo de Desarrollo Rural de Los Alcornocales, que ha aportado subvenciones. En el camino también han encontrado dificultades como los desesperantes retrasos administrativos, los obstáculos de coordinación de un trabajo tan ambicioso y, sobre todo, la falta de credibilidad que su idea generaba en los bancos.

Ahora que ya todo funciona confiesa María Luz Rueda, quien siente su trabajo como el garante de una generación. Porque su trabajo ha evitado que muchos vecinos tengan que emigrar a la ciudad para conciliar su vida familiar y laboral.

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