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Crítica:FESTIVAL DE OTOÑO / | 'Prestidigitaccions'
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

Un inútil juego de decapitaciones

El decepcionante e insustancial espectáculo que propone Jordi Cortés como apertura de la danza del Festival de Otoño se basa en una asociación recurrente y alambicada de material de estudio donde no hay un hilo conductor visible. Tampoco es coherente el resultado en lo teatral, con exceso de textos dichos sin convicción y que no se justifican: una vez más la palabra es un tropiezo para los bailarines.

Cortés fue un joven de talento y un apreciado intérprete que hizo hasta algo de carrera internacional. Ahora se ha vuelto a casa, en Cataluña, y con las presiones burocráticas al uso, se ve urgido a estrenar. La obrita en cuestión es un trío que se exalta y mueve por las intenciones más básicas: llamémoslo tríptico histriónico, donde hay un juego peligroso de decapitaciones, de rupturas de los propios personajes, de alardes mecánicos y de sugestión. El hombre de blanco ejerciendo una dominante que resulta ridícula; una mujer vestida a lo Mary Quant y otra que da salida a sus fantasmas mediante una gestualidad agresiva. Pero ¿dónde está el argumento real, dónde la estructura o esqueleto interior que permita avanzar por sobre el tiempo? Son 55 minutos que parecen largas horas.

Compañía Alta Realitat

Prestidigitaccions. Coreografía y espacio escénico: Jordi Cortés; luces: Memé Boya; dramaturgia: Claudia Méndez (a partir de la obra de Anne Michaels). Teatro Pradillo, Madrid. 12 de octubre.

La danza, cuando aparece, puede mejorar algunos aspectos del producto, ya que tanto Cortés como las otras dos intérpretes poseen aplomo y tablas, pero los manidos recursos vuelven enseguida a vulgarizar el intento. Pescados frescos, frutas destripadas, calas que se clavan en el suelo: ¿cuántas veces y en cuántas otras obras de danza contemporánea hemos visto estos mismo elementos? En muchas. Probablemente todo esto sea el reflejo de la profunda crisis creativa que vive la danza española en todas sus ramas, desde la tradicional a la de vanguardia; se vive instalados en una sequía desesperante, y de los nombres más veteranos poco se ve de promisorio; entre los nuevos, un panorama parecido y desolador. Luces mortecinas que se vuelven metáfora; banda sonora confusa y ecléctica; sensación de pérdida de valores: cabezas que han rodado vacías.

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