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Los polacos eligen hoy presidente entre dos candidatos conservadores

El liberal Donald Tusk y el derechista Lech Kaczynski pasarán a la segunda vuelta

Elegir entre la derecha liberal y la derecha conservadora puede parecer optar sólo entre Coca-Cola y Pepsi-Cola. Pero en Polonia, que acude hoy a las urnas en la primera vuelta de las presidenciales, el matiz es un abismo que separa dos mundos: el de los ganadores hambrientos de futuro y el de los que a duras penas pueden seguir y buscan refugio en la tradición. En un país que crece a dos velocidades y donde la izquierda ha sido abrasada por la corrupción, el campo y la ciudad empujan hacia la derecha, pero en sentidos opuestos.

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Donald Tusk, de 48 años, representa a la derecha liberal de Plataforma Cívica (PO, en sus siglas polacas) y es el preferido de los jóvenes y las clases profesionales urbanas. Su receta para casi todo es más mercado, pero sus valores -contrarios, por ejemplo, al aborto- son poco liberales. Lech Kaczynski, de 56 años, representa a la derecha conservadora de Ley y Justicia (PiS). Es intervencionista en la economía, nacionalista, quiere un mayor papel aún para el catolicismo y desearía instaurar la pena de muerte, aunque admite que es imposible dentro de la UE, de la que no quiere salir.

Convertido en martillo anticorrupción, Kaczynski ha ido recortando la ventaja que le llevaba Tusk, pescando al mismo tiempo a derecha (por los valores) e izquierda (por el capitalismo social). Los dos marchan en cabeza y, salvo sorpresas, ambos pasarán a la segunda vuelta del día 23.

El mapa de Polonia refleja bien la diferencia entre los que quieren escalar cueste lo que cueste y los que temen caer al precipicio. En las elecciones generales de hace dos semanas, el PO de Tusk ganó en las cinco provincias con mayor nivel de renta. En las otras 10, las pobres, se impuso el PiS de Kaczynski. Varsovia es un caso aparte: en la ciudad ganó el PO, pese a que su alcalde es Kaczynski, y en la provincia venció el PiS.

Stanislawa supera los 70 años, le duele la espalda tras perder tres vértebras y, sin embargo, carga un pesado saco de patatas que espera vender en la plaza mayor de Lowicz, localidad agrícola 150 kilómetros al suroeste de Varsovia, donde el PiS casi dobló en votos al PO. "No tengo otra opción, la mitad de lo que me dan por la jubilación se me queda en la farmacia", explica.

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Bogdan, de 53 años, preside una comunidad de vecinos en apuros: "Necesitamos al menos 60.000 zlotys [17.000 euros] para pagar la calefacción en invierno; los políticos lo han robado todo y nosotros ya sabemos que pasaremos frío", lamenta. "Hacen falta políticos que sigan los valores cristianos", tercia Janina, jubilada.

El mensaje de Kaczynski -proteccionismo, anticorrupción, catolicismo- encuentra terreno abonado en el campo, donde el PiS ha superado incluso a los partidos agrarios -Autodefensa, Partido Campesino (PSL)-, pese a los importantes apoyos que conservan. Las ayudas que han empezado a llegar de la UE apenas han sido un bálsamo para calmar el miedo a la reconversión. "Los euros que me han dado por un lado se han perdido por el otro, porque el precio de la gasolina y el pienso han subido muchísimo", se queja Barbara, que cubre su cabeza con un pañuelo.

En la plaza de Lowicz sobresale un monumento a Juan Pablo II, rodeado de flores y velas. Cuando falleció, en abril, el PiS y Kaczynski subieron en las encuestas, según el instituto Cbos. En el campo, nunca han vuelto a bajar.

Lech Kaczynski (izquierda) y Donald Tusk, durante un debate televisivo celebrado el jueves.
Lech Kaczynski (izquierda) y Donald Tusk, durante un debate televisivo celebrado el jueves.

Preocupación de los gays

"Estamos muy preocupados; algunos de mis amigos se marcharán del país si gana Kaczynski". Yga Kostrzewa, rubia de 32 años, preside la asociación de gays y lesbianas Lambda en Varsovia. Habla con calma, pero sin ocultar su inquietud. En los foros de homosexuales queda claro que la mayoría votará a Tusk, tajantemente contrario al matrimonio homosexual, para cerrar el paso a Kaczynski y al PiS. Como alcalde de Varsovia, Kaczynski ha prohibido la Marcha del Orgullo Gay, que se celebra en todo el mundo. En cambio, autoriza la Marcha de la Normalidad, organizada por los extremistas católicos de la Liga de las Familias Polacas, que le apoya en las presidenciales. Kazimierz Marcinkiewicz, candidato del PiS a primer ministro, ha calificado esta semana a la homosexualidad de "anormal". Kaczynski se ha negado a desautorizarlo y pocos han puesto el grito en el cielo en un país cuya creciente secularización no ha llegado aún del todo al respeto por la homosexualidad. Únicamente el 22% de la población apoya el matrimonio homosexual, pero el recelo social es muy superior: sólo el 4% considera que la homosexualidad es algo "normal", menos del 20% admitiría que el profesor de su niño fuera gay y el 74% se opone incluso a que este colectivo pueda organizar marchas en la calle.

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