Bush hereda el viento
EL HURACÁN Katrina y sus consecuencias han revelado un hecho sencillo, que va mucho más allá de este huracán concreto, e incluso de este presidente estadounidense en particular: la profunda desconexión entre los conocimientos científicos y las decisiones del Gobierno en la política estadounidense. Naturalmente, George W. Bush tiene mucha responsabilidad en esto. Ha demostrado ser uno de los presidentes estadounidenses menos preparados en lo que a ciencia se refiere, y uno de los más dispuestos a convertir la ciencia en una cuestión política. Hace años que los meteorólogos vienen advirtiendo de que el calentamiento del planeta causado por las emisiones de gases con efecto invernadero provocadas por el hombre causarán temporales más extremos. Desgraciadamente, Bush ha liderado una agresiva campaña para desacreditar la meteorología en lugar de responder a sus hallazgos, y solicitó aplazamientos en la reducción de las emisiones de gases invernadero que provocan el calentamiento del planeta, que a su vez hace aumentar la energía de los huracanes.
De acuerdo con la ciencia básica que Bush ha pasado por alto, los huracanes obtienen su energía del calor del agua marina. Ésta es la razón de que se produzcan en regiones tropicales, y al final de los meses de verano, cuando la temperatura de la superficie marina se encuentra en su máximo anual. El calentamiento de la Tierra provocado por el hombre ha aumentado la temperatura de la superficie del mar, y alimentado más temporales poderosos en los océanos del mundo. Los huracanes se miden según tres dimensiones: frecuencia, intensidad y duración. La frecuencia no ha cambiado mucho, o nada. Los grandes cambios se han producido en su intensidad y duración. La intensidad mide la fuerza de un huracán, que incluye la velocidad del viento, y se ha registrado cierto aumento. Sin embargo, el mayor cambio se ha dado en la duración de los huracanes: cuántos días se prolongan. La duración ha aumentado llamativamente en diversas partes del mundo. La energía total de los huracanes -que se halla multiplicando la intensidad por la duración- también ha aumentado drásticamente, y seguirá haciéndolo a medida que suban las temperaturas.
Los científicos y los ingenieros que trabajan en el cambio climático resaltan la necesidad de adoptar dos respuestas principales. La primera, denominada "mitigación", significa reducir la cantidad de cambio climático provocado por el hombre cambiando el sistema energético del mundo para eliminar las emisiones de dióxido de carbono -principal causante del cambio climático- a la atmósfera. Una opción es cambiar a fuentes de energía que no produzcan carbono, como las energías renovables (solar y eólica) y la nuclear. Otra opción es combinar la energía basada en el carbono (carbón, petróleo y gas) con tecnologías que impidan la emisión de carbono al aire.
La segunda respuesta al cambio climático, denominada "adaptación", exige que nos preparemos para el cambio climático que ya se está experimentando y el cambio mayor que vendrá. Un Gobierno nacional atento se habría dado cuenta seguramente de que la región del Golfo de Estados Unidos es más vulnerable a los huracanes de alta energía. De hecho, el huracán Katrina ha sido el tercero más intenso que ha llegado a tierra estadounidense. Un Gobierno así habría tomado más medidas para reforzar los diques. La negligencia del Gobierno de Bush es especialmente vergonzosa dada la notable experiencia científica que existe en Estados Unidos. Pero los fallos del Gobierno estadounidense son similares en otras partes del mundo, y ciertamente en los países más pobres, donde la experiencia científica es escasa y a menudo no existen consejos científicos asesores. El huracán Katrina es una llamada de advertencia para Estados Unidos y para el mundo. Estamos entrando en un periodo en el que la buena ciencia es vital para nuestra supervivencia. En un planeta abarrotado, en el que el clima, los océanos, los bosques, la producción de alimentos y el suministro de agua están amenazados, y en el que los viajes internacionales y las elevadas densidades de población aumentan el riesgo de epidemias mundiales, debemos recurrir a los mejores conocimientos científicos y técnicos para encontrar una salida segura.
Jeffrey D. Sachs es catedrático de Economía y director del Instituto de la Tierra de la Universidad de Columbia. Traducción de News Clips. © Project Syndicate, 2005.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.