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La semana de cultura catalana en Nápoles traza la ruta Josep Pla

Josep Pla (1897-1981) estuvo varias veces en Nápoles, aunque nunca por mucho tiempo. Sin embargo, las impresiones que le produjo la ciudad, y de las que dejó testimonio en varios de sus textos, son de una precisión y un acierto vivísimos. Tanto que aun hoy sirven como un retrato en sepia de un lugar que sigue fiel a sus tópicos: calles sinuosas, ropa tendida en los balcones, gentes bulliciosas... Con motivo del programa Veles e vents, el Instituto Ramon Llull (IRL) -organizador de esta semana de la cultura catalana en Nápoles- ha trazado una ruta por los rincones que visitó Pla, al tiempo que ha editado un opúsculo con los fragmentos de la obra del escritor ampurdanés que recogen su mirada sobre esta ciudad que de alguna manera le recordaba a Barcelona.

El itinerario a pie, preparado por el estudioso de Pla Rossend Arqués, fue presentado ayer. Arqués recordó durante el paseo que Josep Pla visitó Nápoles por primera vez en julio de 1922, cuando el autor de Quadern Gris era corresponsal en Italia de varios diarios españoles. De aquel primer impacto dio noticia en La Veu de Catalunya, con un artículo que sería el embrión luego de sendos capítulos de Cartes meridionals (1929) y Cartes d'Itàlia (1955). Volvió, al menos, en otras dos ocasiones. La última, en 1956, durante un crucero por el Mediterráneo. En el libro Cabotatge mediterrani, diario de este viaje, el escritor registra las transformaciones que a sus ojos había experimentado la ciudad desde que la descubriera, a los 25 años.

Café Gambrinus

La ruta, tal como la ha planeado el IRL, parte del frente marítimo, con el deslumbrante paisaje de la isla de Capri al fondo, y continúa por el malecón hacia la Via Sauro con el Vesubio -y su "torterol de fum"- como horizonte. De ahí, asciende hacia el Maschio Agioino, castillo del siglo XIII, del que Pla destaca el escudo con las cuatro barras de la puerta principal. En las callejuelas del barrio de Spaccanapoli -sustituidas en este recorrido por las más próximas del Quartieri Spagnoli, muy parecidas a aquellas- se realiza la siguiente parada. Pla describe así el ambiente: "Quins carrers! Estrets, bruts, fent alts i baixos, carregats de balcons i de roba que penja!". El parecido con la imagen actual es increíble. Tal vez la única diferencia radica en el estruendo de las motocicletas y su incesante zigzagueo para evitar basuras amontonadas y viandantes. El periplo, de aproximadamente una hora de duración, finaliza en el Café Gambrinus, un lugar del que Pla jamás habló, pero que permite rescatar algunas de sus sensaciones sobre otros cafés italianos, a los que el autor era un gran aficionado.

La semana de la cultura catalana en Nápoles tuvo ayer por la tarde otro hito con la inauguración, precisamente en el Maschio Angioino, de la exposición Divina comedia, que exhibe 63 acuarelas originales de Miquel Barceló sobre la obra de Dante.

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