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LOS PROBLEMAS DE LOS INMIGRANTES

Ciego y esposado al otro lado de la valla

Uno de los subsaharianos heridos en el salto de la valla de Ceuta en el que hubo 4 muertos perdió la vista. Permanece atado a una cama del hospital de Tánger, vigilado por 2 policías

Después de los cuatro muertos, Ahmed el Arabi (nombre figurado) es el subsahariano peor parado de los 18 que resultaron heridos cuando intentaban saltar la valla de Ceuta el pasado 29 de septiembre. Una bala deformó la cara y dejó ciego a este joven de unos 25 años, natural de Guinea Conakry, cuando escalaba por las alambradas de la ciudad autónoma. El impacto lo dejó inmóvil al otro lado de la frontera y los soldados que lo atendieron lo habían dado por muerto antes de trasladarlo a un centro sanitario.

Ahora se encuentra en una sala del hospital Mohamed V de Tánger, donde Médicos sin Fronteras (MSF) le proporciona los medicamentos que necesita. Ahmed ha quedado ciego, deprimido y detenido. Los dos policías que lo vigilan lo mantienen esposado a la cama.

El oftalmólogo ya ha certificado que Ahmed no volverá a ver, pero él aún no lo sabe
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La madrugada del pasado jueves fue trasladado al hospital de Tetuán junto a otros 18 heridos y los dos muertos caídos de lado marroquí. El director del ese centro, Mohamed Jaouad, lo encontró en tan mal estado que decidió evacuarlo de inmediato al Mohamed V de Tánger. "Aquí no teníamos los medios necesarios para tratarlo y él se encontraba muy grave", explicó el viernes de la semana pasada. Permaneció durante tres días en reanimación, el equivalente marroquí a la Unidad de Cuidados Intensivos, donde le operaron de sus heridas y le hicieron las primeras curas. Ahmed salió de peligro el pasado lunes y fue ingresado en la planta de cirugía. Su habitación, sucia y destartalada, la comparte con un marroquí.

El personal del centro sanitario lo trató correctamente, según los miembros de la organización no gubernamental, que lo visitan periódicamente, aunque no pudo hacer nada para salvar su vista. La bala le entró por la frente, justo encima de la ceja derecha, dañándole ambos ojos. Su diagnóstico dice que tiene "un hematoma supraciliar derecho importante con una herida y pérdida de los dos globos oculares". El oftalmólogo marroquí que lo visita cada día ya ha certificado que no volverá a ver, aunque, debido a su estado anímico, el inmigrante todavía no lo sabe.

Ahmed no es capaz de articular un discurso normal. Carece de habla espontánea y responde con monosílabos a las preguntas. "No sabemos si esa actitud se debe a una depresión por la gravedad del momento o a algún daño en el sistema neurológico central, porque no nos han enseñado su escáner", explica uno de los médicos de la organización humanitaria. MSF le proporciona los antibióticos y analgésicos intravenosos que necesita, un lujo para el sistema sanitario marroquí, donde las familias, generalmente, son las que corren con los gastos de los medicamentos y la manutención de los enfermos mientras permanecen ingresados.

La ONG no confirma que la herida de Ahmed la haya causado un arma de fuego porque sus médicos no han visto el proyectil. MSF se remite a las informaciones que recibe del personal del hospital con el que se encuentra en contacto permanente. "Los médicos y enfermeras del Mohamed V nos aseguran que era una bala, pero nosotros no lo tratamos desde el principio", asegura uno de sus miembros, que añade que la herida "sí parece un agujero".

Ahmed, con el tiempo, se irá recuperando. Todavía tendrá que permanecer internado durante unos días más ya que por el momento se encuentra extremadamente débil. MSF trató de transmitirlo a los dos policías que lo mantienen noche y día atado a la cama del hospital para que aliviaran su situación. Éstos, según esa organización, les respondieron que eran ellos los que daban las órdenes y que la habitación donde se encuentra el subsahariano no es una habitación normal. "Ésta es la prisión del hospital", dijeron.

Algunos de los subsaharianos devueltos desde Melilla a Marruecos en la noche del jueves, en un autobús a su paso por Algeciras.
Algunos de los subsaharianos devueltos desde Melilla a Marruecos en la noche del jueves, en un autobús a su paso por Algeciras.

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