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México, DF | CRÓNICA INTERNACIONAL
Columna
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El México humillado

SON MUCHOS los mexicanos que todavía conservan una herida abierta, el que Estados Unidos haya despojado a su patria más de la mitad de lo que fue su territorio, pero sobre todo que sus tropas izaran su bandera en el Palacio Nacional, en 1847. Y es por eso que miran a su pasado tratando de entender el presente, como la novela histórica La invasión, de Ignacio Solares.

Es un escrito sin héroes, pero con un legítimo protagonista central, el pueblo que en medio del caos social y la descomposición de un gobierno rapaz, como el de Antonio López de Santa Ana, en 1847, salió a las calles a enfrentar al invasor en una batalla del todo desigual y, de alguna manera, rechazar a quienes estaban de acuerdo con la presencia de las tropas yanquis en México.

La invasión de México por parte de Estados Unidos en 1847 sigue siendo una herida abierta

La historia es del pasado, pero puede leerse de muchas formas en el México de hoy, ya que como explicó su autor: "Somos el país que más ha sido humillado por el imperialismo yanqui. En el siglo antepasado, el siglo pasado e incluso en el presente, México ha sido un país profundamente humillado".

Solares, un apasionado hombre de letras, recordó que los estadounidenses "nos quitaron la mitad de nuestro territorio. Invadieron nuestra ciudad, su bandera estuvo ondeando en el Palacio Nacional. La actualidad es contundente, seguimos viendo esa actitud imperialista de los yanquis simple y sencillamente en la invasión a Irak, que es absurda, inhumana, que no tiene justificación, se brincó a la ONU, y no motivada sino por un interés absolutamente económico".

México sorprendió al mundo cuando decidió no apoyar la invasión a Irak. El pueblo respaldó plenamente a su Gobierno, quizá en parte por el recuerdo de esa herida abierta de la que habla Solares: "En ese momento (1847), los mexicanos sufrimos, padecimos, en carne propia como hoy lo están padeciendo en Irak, ese imperialismo, pero además hay que pensar, calcular lo que significa que tu invasor sea tu vecino, que tengamos esa gran frontera con alguien que nos ha tratado así".

El perfil de una nación. El escritor afirmó que su novela no es un alegato en favor del nacionalismo, aunque "en la guerra del 47, yo tengo la teoría de que se forjó algo que estaba difuso, que estaba en los sellos oficiales, la identidad nacional. La Independencia de 1810 abre el camino, pero se concreta en el 47. Cuando los mexicanos comenzamos a dar forma a ese extraño, abstracto, sentimiento que se llama identidad".

Amante de la historia y la letra impresa, Ignacio Solares dejó en claro que la invasión es determinante para la nación mexicana, ya que "a pesar del dolor, a pesar de la tragedia, los mexicanos empezamos a sentirnos un cuerpo querido". Concretamente, dijo: "esta ciudad ha tenido dos momentos que han sido devastadores, pero muy importantes para unificarla: la invasión de septiembre de 1847 y el terremoto de 1985. A pesar de la sangre, a pesar de todo lo que significan, yo creo que es cuando los ciudadanos hemos sentido esa cohesión".

Como en 1985, cuando los ciudadanos se tiraron a las calles a rescatar sobrevivientes y organizar la atención a las víctimas y el Gobierno no sabía qué hacer, "en la guerra del 47, durante la invasión, el verdadero personaje fue el pueblo, que fue el que salió a las calles a dar la réplica... Como en el terremoto, quienes más contribuyeron, ayudaron y fueron las mayores víctimas fue gente del pueblo, es un dato importante".

Por eso La invasión (Alfaguara) es como un escrito del ayer y el hoy, que tiene en lo histórico el reflejo de un México que se asoma a una realidad dolorosa. Solares lo explicó así: "Hay un momento en que estamos preguntándonos qué ha sucedido para que estemos en el agujero, queremos cómo entendernos a nosotros mismos y si no miramos atrás no lo vamos a entender". De una manera sencilla, mediante epígrafes, el autor coloca las visiones de varios pensadores de aquella época, y "puedes trasladar esas citas y podrían estar dichas hoy".

Solares explicó que si bien su novela es histórica, es un escrito en el cual los personajes cobran vida y escapan al autor. "Quise hacer de mi personaje un héroe y me salió un anti-héroe marcado por el miedo a que van a llegar los gringos invasores. La novela es como una espera de que ya van a llegar, ya van a llegar hasta que por fin llegan...".

Rechazó la idea de que sea una obra didáctica, pues no cree en esa forma de escritura. "Las novelas deben valer por sí mimas, por su acción y el novelista puede llenar con la imaginación los huecos que deja la historia. Colarte y suponer que las cosas fueron como las estás planteando, es la ventaja de la imaginación".

Sobre la manera en que obras que tratan las difíciles relaciones con Estados Unidos acaparan la atención de los lectores mexicanos, Solares mencionó que "es curioso cómo hay momentos en los cuales coinciden ciertas reflexiones sobre ciertos temas. Creo mucho en el inconsciente y por alguna razón los temas aterrizan en uno, no los llamas, ellos te atrapan". Otro escrito sobre la pérdida del territorio es México mutilado, de Francisco Martín Moreno, una desgarradora historia sobre la manera en que Estados Unidos se apodera de buena parte de México.

Destino manifiesto. "Los temas", agregó Solares, "utilizan a los escritores. Creo mucho en ese concepto, de que somos un medio para que las cosas se digan. Creo mucho en la palabra escrita, creo que le da forma a las cosas". Reconocido escritor mexicano, Solares nació en la fronteriza Ciudad Juárez y algunos de sus escritos han sido inspirados por su memoria histórica, como Columbus, sobre el ataque del revolucionario mexicano Pancho Villa a la ciudad norteamericana de ese nombre. Otras de sus obras son Madero, el otro, La noche de Ángeles o Cartas a una joven psicóloga.

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