Novatadas, ¿todavía?
El hijo de unos conocidos volvió este fin de semana a casa tras su primera semana como estudiante en una universidad cuyo nombre no viene al caso. Su padre me contó que en la residencia padeció novatadas de diversa índole; ahorro los detalles, pues imagino que tras esa palabra muchos reconocerán el rancio olor de la vejación humillante. Al margen de las consecuencias que pueda ocasionarle al muchacho, me pregunto: ¿es posible que esta variante bárbara del llamado matonismo o esta modalidad lamentable de la coacción pueda campar a sus anchas -y con las risitas complacidas, intuyo, de muchos- en la sociedad española de hoy día.
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