El mundo de mañana, hoy
Todo el mundo estará de acuerdo con que el progreso futuro de la humanidad será imposible sin un suministro energético importante y continuado; concretamente, que la energía es necesaria para la humanidad y siempre lo será. El principal problema subyacente es, evidentemente, el explosivo crecimiento demográfico, que en la actualidad es de unos 90 millones de nuevos seres humanos nacidos cada año (10.000 personas cada hora), principalmente en los países en desarrollo. Se supone que esperarán mucha más energía para vivir dignamente. Existe una enorme correlación entre la falta de energía y la pobreza: 1.600 millones de personas -una cuarta parte de la población mundial actual- vive sin electricidad, y unos 2.400 millones de personas recurren casi exclusivamente a la biomasa tradicional como su principal fuente de energía. Con el actual nivel de consumo, las reservas conocidas de carbón, petróleo, gas y energía nuclear corresponden a una duración del orden de 230, 45, 63 y 54 años, respectivamente. La longevidad real de la era de los combustibles fósiles, necesariamente limitada, se verá influida, por un lado, por el descubrimiento de nuevos recursos explotables, sumamente dependientes del precio, y por el otro, por el inevitable crecimiento de la población mundial y de su nivel de vida.
Ha llegado el momento de desarrollar una I+D apropiada para nuevas fuentes de energía primaria
Aunque estos factores sean difíciles de evaluar, teniendo en cuenta el largo plazo para el desarrollo masivo de algunas de las nuevas fuentes energéticas, el final de los fósiles baratos y abundantes, con la excepción del carbón, podría estar ya a la vista. El consumo de fósiles, en especial de carbón, puede verse frenado de forma prematura por trastornos medioambientales inaceptables y relacionados con el efecto invernadero. El efecto climático de la quema de cierta cantidad de combustible fósil provoca una captura energética 100 veces mayor debido al aumento de la radiación solar atrapada (si quemamos 1 con un fósil, el incremento de calor solar inducido e integrado es superior a 100). La duplicación de la concentración preindustrial de dióxido de carbono en la atmósfera se producirá después de la extracción de aproximadamente un billón de toneladas de carbón fósil. En la actualidad, vamos hacia la duplicación del CO2, dominada por el efecto invernadero, en unos 50 o 75 años. La mera respiración de tanta gente representa hasta un 10% de las emisiones globales de CO2.
Sin embargo, debería decirse que, aunque se apliquen universalmente las fórmulas de Kioto, en general son insuficientes. Por ejemplo, supondrán un retraso de sólo unos siete años en la duplicación del CO2. Debido a que el CO2 permanece en la atmósfera durante muchos siglos, la ralentización de los índices de emisión sólo retrasa el llegar a cierta concentración de gases invernadero, pero no lo evita. Generalmente se cree (Panel Intergubernamental sobre Cambio Climático, IPCC) que sólo un gran cambio tecnológico puede modificar drásticamente el actual modelo energético tradicional. Se necesitan nuevas fuentes masivas sin emisión de gases invernadero para compaginar la enorme demanda energética, que está creciendo rápidamente, en especial en los países en desarrollo, con un impacto climático aceptable debido al calentamiento inducido de la Tierra.
Ha llegado el momento de plantearse seriamente y desarrollar con firmeza una I+D apropiada para nuevas fuentes de energía primaria, sin las que la humanidad podría estar abocada al desastre. Sólo dos recursos naturales tienen la capacidad potencial de ofrecer alternativas adecuadas a largo plazo: las energías nuclear y solar. Pero la energía solar no es la energía solar de hoy en día, y la energía nuclear tampoco es la energía nuclear de hoy en día. En los años sesenta, los "átomos por la paz" prometieron una energía nuclear barata, abundante y disponible universalmente, en la que los escasos países "nucleares" garantizarían los conocimientos necesarios a las muchas otras naciones que han renunciado al armamento nuclear. Actualmente, la situación dista mucho de ser aceptable: debido al desarrollo tecnológico, el vínculo entre las aplicaciones pacíficas y militares se ha acortado peligrosamente. Una energía nuclear libre para todos los países, sobre todo para el mundo en desarrollo, sólo se podrá aceptar una vez que el cordón umbilical entre energía y producción armamentística se haya cortado. La fisión del torio y la fusión de deuterio-titrio pueden lograr esos objetivos. Éstas son nuevas energías nucleares con residuos de corta duración y sin proliferación, capaces de proporcionar energía durante los próximos milenios: la diferencia entre renovable y no renovable se vuelve académica.
El consumo básico de energía en el mundo es sólo una diezmilésima parte de la disponible en la superficie de los países soleados. En un metro cuadrado en una buena ubicación (cinturón de sol), "llueve" cada año el equivalente a una capa de 250 milímetros de petróleo. Si se explota adecuadamente, la energía solar puede adquirir la potencia necesaria para ofrecer suficiente energía a la humanidad del futuro. Con la excepción de la energía hidroeléctrica, las energías renovables -eólica, de biomasa y fotovoltaica- hasta el momento han logrado una modesta penetración, y todas las previsiones apuntan a que seguirá siendo así durante las próximas décadas. Para superar esas limitaciones, se están realizando nuevos desarrollos tecnológicos en varios países (España en primer lugar) para, primero, reducir el coste a un nivel comparable con el de los fósiles, y segundo, introducir un almacenaje térmico entre la fuente solar y la aplicación. Entonces se produce energía cuando es necesario y no sólo cuando la fuente está disponible. Es especialmente prometedor el uso directo de espejos que concentran la luz solar en las amplias regiones del "cinturón de sol". Es improbable que ninguna evolución estable y a largo plazo de la humanidad sea posible sin ambas fuentes de energía. El futuro de la humanidad depende en gran medida de la disponibilidad continuada de energía barata y abundante. Si el suministro energético se interrumpe, las consecuencias para la humanidad podrían ser enormes. Los nuevos métodos deben tener éxito a largo plazo, pero es necesaria una enorme, urgente e innovadora I+D. Aunque las energías innovadoras pueden acabar siendo esenciales para los países en desarrollo, sólo nuestra sociedad técnicamente avanzada puede promover de forma realista semejante cambio.
Carlo Rubbia es premio Nobel de Física de 1984. Traducción de News Clips.
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