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Tribuna:COYUNTURA NACIONAL
Tribuna
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Un cuadro voluntarista

ÁNGEL LABORDA

Esta vez toca hablar de los Presupuestos del Estado, que aunque llamados Generales (porque incluyen todos los organismos autónomos y la Seguridad Social), cada vez abarcan menos porción del gasto público total que se hace en España. El gasto que se contempla en ellos es ya inferior al 50% del total, y si además excluimos la Seguridad Social, que sigue su propia dinámica y cada vez se parece más a un gestor de un seguro colectivo de pensiones, lo que queda como gasto del Estado y sus organismos apenas supera el 23% del total (un 9% del PIB). Esto hay que tenerlo en cuenta, porque la capacidad del Estado de influir en la economía a través de los Presupuestos es realmente pequeña. La cuestión que suscita este hecho es que, si el Estado puede influir poco y, por otro lado, la política monetaria se hace fuera de nuestras fronteras, ¿quién dirige nuestra economía? Ahora sí que parece que estamos en manos de una mano invisible, como dijera el padre de la ciencia económica, Adam Smith.

La composición del crecimiento del PIB parece hecha al margen de los datos conocidos

Los puntos de discusión que suscitan unos Presupuestos son muchos. Me limitaré hoy al famoso cuadro macroeconómico. La previsión de crecimiento del PIB -un 3,3%, la misma cifra que en 2005-, aunque dentro de los límites de lo razonable, parece algo optimista teniendo en cuenta, entre otros factores, que las familias y las empresas tendrán que moderar sus gastos en consumo e inversión para hacer frente a la pérdida de poder adquisitivo por la subida del petróleo y el aumento de las cargas financieras. Que ello sea suplido en su totalidad, como plantea el cuadro, por una mejora en la aportación del saldo exterior es muy deseable, pero poco realista, a la vista de nuestra deteriorada posición competitiva y el cuasi estancamiento de los mercados europeos.

Peor consideración me merece la composición del crecimiento del PIB, no sólo para 2006 sino para 2005, ya que parece hecha al margen de los datos y estadísticas conocidos. Posiblemente eso se explique porque fue realizado en julio, cuando sólo se conocían datos del primer trimestre. Como ejemplo, el crecimiento medio anual del consumo privado en 2005 se fija en un 3,7%, cuando en el primer semestre creció a una tasa del 4,8%, lo que implica que en el segundo semestre debería moderarse intensamente, hasta el 2,6%, para volver a acelerarse en 2006 y alcanzar un 3,6% de media anual. Para cualquier analista, todo esto es bastante inconsistente. Hay más sinsentidos de este tipo en el cuadro, y todo indica que a los redactores del Presupuesto, a pesar de que reconocen que el patrón de crecimiento de la economía española es desequilibrado e inviable a largo plazo, les da cierto rubor poner en el cuadro macro algunas cifras que cantan demasiado. Supongo que es por eso que en el mismo no aparece la previsión de inflación en términos de precios de consumo. Y la que aparece, el deflactor del PIB, es demasiado voluntarista. ¿En base a qué se va a desacelerar este deflactor -que, recordemos, es el que mejor refleja la inflación de una economía- desde el 4,1% en 2004 al 3,2% en 2006? ¿Dónde está la política económica o el cambio en el patrón de crecimiento que lo haga posible?

Esto nos lleva a otro tema esencial. El tan denostado patrón de crecimiento de los últimos años no sólo no se está corrigiendo sino que se intensifica, lo que está dañando la modernización de la economía, su competitividad y su potencial de crecimiento a largo plazo. ¿Qué hacen estos Presupuestos por enderezar la situación? A ello intentaremos responder la próxima semana.

Ángel Laborda es director de coyuntura de la Fundación de las Cajas de Ahorros (FUNCAS).

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