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FRANCIA | LA PARÁLISIS DE LA UE

Chirac carece de 'plan B' y pierde la capacidad de influir en Bruselas

Cuatro meses después de haber rechazado el proyecto de Constitución europea, los franceses parecen haber asumido que no había ningún plan B, como una y otra vez promulgaban los partidarios del no durante la campaña del referéndum. El Gobierno de Dominique de Villepin, surgido precisamente del fracaso europeo, contempla ahora con irritación contenida y prácticamente sin capacidad para influir, la parálisis que afecta a las instituciones de Bruselas y la apatía de la presidencia británica de la UE.

En el terreno político, el revolcón del referéndum dejó descolocado tanto al Gobierno conservador, y especialmente al presidente Jacques Chirac, como a la oposición socialista y su líder, François Hollande, que habían apostado por el al Tratado constitucional. El poliédrico no tiene pocos beneficiarios, como no sea la extrema izquierda y quienes lo esgrimen dentro del Partido Socialista para derribar a la actual dirección.

Desde entonces, la sociedad francesa ha acelerado su caída en un estado de ánimo que se podría calificar de depresión nacional. Los acontecimientos que siguieron a la victoria del no, justo antes del verano, pusieron en evidencia la pérdida de peso de París en la escena internacional. Primero fue la inesperada victoria de Londres frente a París en la carrera por albergar los Juegos Olímpicos de 2012, vivida como un descalabro frente al criticado "modelo liberal anglosajón". Paralelamente, el fracaso de la negociación sobre la financiación europea, achacado por Chirac a la resistencia de Londres a renunciar al famoso "cheque" por el que Reino Unido recupera parte de su aportación a las arcas comunitarias, dejaron al descubierto las flaquezas de un país que construyó Europa en torno a él.

A poco más de un año de las elecciones presidenciales, las posibilidades de que París protagonice un renacer del proyecto europeo parecen escasas. Las instituciones europeas, por el contrario, vuelven a ser un perfecto chivo expiatorio para justificar los problemas a los que se enfrenta el Gobierno.

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