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Columna
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Gaitas

Enrique Fraile, ex concejal del PP y al que se le considera implicado en el caso Camas, acusa a su partido de abandonarle. Dice que: "un padre (PP) que abandona a sus hijos no es buen padre, que es político de profesión y que tiene una mano delante y otra detrás". ¡Vamos¡ que el PP es una familia, que ha hecho una carrera de la política y que la ha hecho desinteresadamente. Son desajustes que se ven con cierta frecuencia en algunos políticos cuando las cosas se les tuercen y el grupo parece que les da la espalda. Estamos cansados de verlo si bien, en esta ocasión, este concejal lo trae de nuevo, llama a las cosas por el nombre que les quiere colocar en función de su ombligo, y no es un Enciso que pueda formar su propio grupo. Realmente ni les interesan los ciudadanos ni su grupo.

Los ciudadanos porque, entre otras razones, le eligen por su pertenencia al grupo. Su grupo, porque el perjuicio que les está ocasionando -atribuyen implicación en un soborno desde su condición de concejal por el PP- está por debajo de su interés personal. Política e intereses generales quedan subordinados a los particulares. Se ha descolgado del colectivo al que dice servir. Un despropósito. Las acciones en política son colectivas y no individuales. No se pueden contemplar desde la individualidad. A la individualidad, cuando se entra en política, se renuncia para servir al grupo. No es profesional. Un buen profesional, mal que le pese al monje o al fraile y con independencia del hábito que lleve, es aquel que actúa a favor del grupo y no de su estómago.

Claro que, en este caso, ni por parte de su grupo ni por parte de los demás caben ambigüedades, siempre que lo que se pretenda es servir a la sociedad y no jugar a la silla a ver quién se queda sin ella. Realmente si, tanto el PP como el PSOE, conocen que no es representativo más que de su mano delante o atrás no cabe echarse tierra unos sobre otros y no retirarle los 30.000 euros que se le pagaban por estar adscrito al PP en la Diputación. Si cobra será porque el PP no es tan mal padre por mucho que lo pregonen o a ello tenga derecho.

Lo demás, guste o no, es dejar que un diputado vaya por libre y dejar que sus gaitas sean las de todos. Y, esto, es pensar, unos y otros, que los ciudadanos somos imbéciles. Y no.

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