Catalanes
Hace años, cuando estaba a punto de cambiar el ciclo político en España, el aún candidato a presidirnos, José María Aznar, se reunió a desayunar en un hotel de Madrid con un grupo de escritores cuya opinión escucharía para hacerse una idea de lo que pensaba esa zona de la ciudadanía. La verdad es que el hombre habló muy poco, mantuvo la discreción tanto en la ingesta como en la expresión de sus opiniones, pero en algo sí que se mojó, y muy explícitamente. El escritor que le había organizado el encuentro, produjo de pronto la portada de un diario que en aquel momento se distinguía por zaherir a los catalanes basándose en el empeño que muchos de éstos tenían de hacer que su lengua se hablara más de lo que ya se hablaba. El escritor le puso el dedo sobre una de aquellas noticias que alarmaban a la sociedad sobre esa pretensión catalanista, el candidato miró rápidamente hacia el texto señalado, y luego dijo, lacónicamente: "De eso nos ocuparemos nosotros". Luego ya conocemos todas las historias que han sucedido, con qué alianzas se hizo de inmediato el poder popular, cómo Aznar declaró que hablaba catalán en la intimidad, un dicho que parecía un programa de Gobierno, y así sucesivamente. Por aquel entonces viajó a Madrid Vázquez Montalbán a explicar de qué manera acababan los socialistas, cómo se esperaba a los populares, y de qué modo veían los madrileños del poder a los catalanes de la periferia del poder. Tuvo oportunidad de hablar con muchísimos madrileños de los catalanes a los que él -y muchos otros- llaman polacos, pero cuando supo de veras lo que pensaban Aznar y los suyos -al menos los suyos que se manifestaron en Génova cuando ganó el PP, aquella dulce derrota del PSOE- fue cuando se acercó a la sede popular, después de ver cómo el Barça perdía ante el Deportivo. Allí blandieron muchos un eslogan que hizo fortuna hasta que Pujol fue necesario. Sí, "Pujol, enano, habla castellano". Esos dos elementos, aquella declaración de Aznar, tan escueta, y aquel juicio sumarísimo contra la lengua de Pujol vienen a la mente ahora, y desde hace mucho tiempo, cuando asistimos a la descalificación que los catalanes siguen sufriendo en este país que tacha más que lee.
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