Porvenir regresa a casa
Más de 300 emigrantes procedentes de Cataluña se reencuentran con sus orígenes en la localidad jienense de Begíjar
Se llama Porvenir, pero en su documento nacional de identidad su nombre es Antonio. Cuando nació, en la época de la República, sus padres decidieron llamarle así abrumados como estaban por el incierto futuro de su hijo. Sin embargo, ya en la dictadura franquista le obligaron a cambiar de nombre -el argumento era que no estaba reconocido por la Iglesia- bajo la amenaza de retirar a su familia la cartilla de racionamiento. Al final, su nombre primitivo se ha convertido en una metáfora que define muy bien su vida. A punto de cumplir 74 años, Porvenir Beltrán se reencontró ayer con sus orígenes en Begíjar (Jaén), adonde llegó junto a más de 300 emigrantes que en su día cogieron el mismo camino que él y se convirtieron en protagonistas del mayor éxodo que vivió la España rural del pasado siglo.
Entre los años 50 y 60 la población se redujo a la mitad, tras el éxodo de 3.500 personas
"Cuando vine de la mili ni siquiera deshice la maleta y me fui a Barcelona porque en Begíjar se pasaba más hambre que Ramales [según un dicho popular, Ramales fue un hombre que se comió los raíles del tren pensando que eran lombrices]", comentaba Porvenir mientras saludaba a sus paisanos después de 40 años. Ayer en esta localidad de la comarca de La Loma de poco más de 3.000 habitantes hubo muchas lágrimas de emoción por el reencuentro de varias generaciones de begijeños, con todos los recuerdos que la memoria histórica desempolvó. Todos ellos compartieron un almuerzo para más de 1.000 personas que sufragó el Ayuntamiento. "Es algo que nos critica mucho la oposición, pero creemos que es un acto de justicia con estas personas que se vieron obligadas a dejar el pueblo", dijo el alcalde, el socialista Ildefonso del Jesús.
"Mi padre tuvo cuatro hijas y no quería que ninguna trabajásemos en el campo, que era la única salida, y por eso se metió a guardia civil". Ana López, que trabaja de funcionaria en la Agencia Tributaria de Barcelona, salió con tres años de Begíjar y su hermana, periodista, nació en Valencia y más tarde se afincó con sus padres en Cataluña. "Lo que más valoramos de un pueblo como Begíjar es la tranquilidad", decían con cierta nostalgia. La mayor parte de los emigrantes que han vuelto durante tres días a Begíjar, con ocasión de las fiestas del pueblo, son personas mayores. Los hermanos Antonio y Juan Marín, también se fueron a Barcelona, donde regentan una carpintería, muy jóvenes, y allí han nacido todos sus hijos. "A ellos no les tira esto, tienen allí sus amigos", explicó Juan, que no descarta volver definitivamente a su tierra natal cuando se jubile.
Begíjar, un municipio agrícola situado a la orilla del Guadalquivir, tenía unos 7.000 habitantes en los años cincuenta, cuando la crisis económica obligó a muchos de sus vecinos a emigrar. Entre los años 50 y 60 se estima que abandonaron la localidad unas 3.500 personas, que en su mayoría se asentaron en los municipios del cinturón industrial de Cataluña, en especial en Hospitalet, Cornellá, Vilanova i la Geltrú y también en el Prat de Llobregat. La Casa de Andalucía en esta última localidad y la Consejería de Gobernación han organizado esta la visita. Su presidente, Francisco Jódar, agradeció el recibimiento apoteósico, con banda de música incluida, que se les dispensó mientras su padre, Bonoso, lloraba desconsolado.
Begíjar no fue una excepción dentro del éxodo poblacional que sufrió Jaén a mitad del siglo pasado. La salida de jiennenses entre los años 1951 y 1970 se sitúa en torno a las 325.000 personas, en su mayoría hombres jóvenes abocados a marcharse por la penuria económica de esa época. Además, Jaén tuvo un comportamiento excepcional hasta 1991. Si la población andaluza creció en esas dos décadas un 16%, la población jienense siguió a la baja (un 4,6% menos). En 70 años, Jaén ha pasado de ser la segunda provincia más poblada, tras Sevilla, a estar hoy en el antepenúltimo lugar. Ayer al menos, Porvenir y otros 300 emigrantes como él devolvieron la historia a sus orígenes.
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