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Crítica:
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

Cambio de paso

J. Ernesto Ayala-Dip

El buen novelista y crítico literario catalán que es Robert Saladrigas ha concebido una novela donde su idea central es la búsqueda de un absoluto: la historia única. El propósito de absolutos es un motivo literario que cuenta con una larga tradición en la literatura universal. No hablo de absolutos filosóficos, sino de esa especie de obsesión inquebrantable que se adueña de la existencia de alguien: la obra de arte o la mujer absolutas. Balzac y Sábato, entre tantos otros, transitaron por este camino. Quien padece esta enfermedad del alma es alguien, que dada su misión casi mística, nos impresiona por su personalidad, insondable, torturada, imprevisible. No sé si el autor de la elegiaca Cómplices de ciudad era consciente de esta circunstancia cuando diseñó al protagonista de La libreta amarilla, pero tanto si lo era como si no, no deja de ser todo un desafío meter en la piel de un individuo rayando en la medianía o la vulgaridad espirituales un horizonte vital e intelectual de semejante magnitud. Este núcleo temático está dentro de las búsquedas existenciales que atesoran la narrativa de Saladrigas de los últimos años. Pero volviendo al desafío antes mencionado, no puedo dejar de notar que algo no encaja, como si el calado humano y literario de la tarea que su héroe se impone estuviese muy por encima del propio héroe. Eso, además de la ingente materia humana y libresca que nunca queda claramente justificada.

LA LIBRETA AMARILLA

Robert Saladrigas

Traducción de Flavia Company

Destino. Barcelona, 2005

316 páginas. 20 euros

La libreta amarilla nos cuenta en tercera persona las peripecias de Alexis Casas, un piloto de aviones de pasajeros que harto de su monótona vida de burgués muy bien instalado, casado y con dos hijas, decide un día cambiar de vida. El cambio consiste, así se lo comunica a su familia, en escribir un libro, en buscar una historia original, una que nunca haya sido narrada. A partir de aquí la novela deambula entre el pasado mujeriego del héroe, sus múltiples aventuras cosmopolitas, sus relaciones algo turbias y se supone que algo perversamente inocentes con una de sus hijas, hasta la revelación final, "epifanía" la llama el héroe (puesto que al final la historia pasa a contarse en segunda persona del singular), una información que no voy a revelar para que el lector disfrute de esta especie de suspense metafísico.

En primer término, digamos

que Alexis Casas reúne en pocas páginas de novela una cantidad y calidad de información literaria que uno jamás supondría en un piloto de aviación. La voz narradora cuando enuncia las lecturas parece que nunca pudiera disimular que ellas le han sido suministradas por el autor, por el buen crítico literario que es Robert Saladrigas ("Alexis la espera alternando la lectura de la novela recuperada de Bohumil Hrabal con Submundo, la obra más ambiciosa de Don DeLillo"). La masa argumental es tan variada como caprichosa. Pero a fuerza de serlo, al lector puede que nunca le dé la sensación de que al héroe le sirva de mucho. Las materias que la voz narradora nos sirve (que forma parte de los intereses del piloto, pero sobre todo del autor) van desde el genoma humano, la resolución del teorema de Fermat, hasta las posibilidades historiográficas de una veraz biografía de Jesús de Nazaret, pasando por un análisis comparativo entre Nueva York y Boston y un reproche a la intervención americana en la guerra del Golfo. La prosa de Saladrigas funciona con esmerada corrección, aunque hubiera sido pertinente ahorrarle al lector (cuestión que la traducción o la editorial hubieran podido resolver) esos horribles "la climatología" (para referirse al clima o al tiempo) o "puntuales" (por concretos). Queda sin aclarar la curiosidad del héroe por la salud sexual de una de sus hijas, aunque yo creo que esto se debe a ese afán totalizador y de énfasis contemporáneo que suele corroer a algunos novelistas de nuestra piel de toro. La libreta amarilla es una novela fallida. Alexis Casas no da nunca la talla, ni como ente humano ni como ente de ficción, aunque él y su autor parezcan convencidos de lo contrario.

El escritor Robert Saladrigas.
El escritor Robert Saladrigas.VICENS GIMÉNEZ

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