Internet llama

Skype es un servicio de telefonía por Internet con 54 millones de internautas usando su programa para hablar gratis a través de la Red. Por su parte, eBay es un concurrido centro digital de subastas con 154 millones de clientes. Esta última tiene unos beneficios multimillonarios y Skype todavía no ha salido de pérdidas. Dos mundos dispares y que se ignoraban hasta que, esta semana, eBay ha comprado a la otra por una cifra que puede llegar a los 3.500 millones de euros.

La tecnología de Skype servirá a eBay para mejorar el contacto comercial entre sus usuarios y ofrecer la contratación de anuncios verbales de las subastas. Pero para una simple mejora de la lonja digital no habría invertido tanto dinero, ya que esa misma tecnología la podría haber encontrado en otros parajes menos cotizados. eBay no fagocitará Skype. Mantendrá su perfil. Es decir, entrará en el nuevo mercado de la telefonía a través del protocolo de Internet, lo que se conoce como voz IP y que va a transformar el modelo de negocio de las actuales operadoras. Otras marcas ajenas al mundo de la telefonía, como Microsoft o Google ya cuentan con ofertas de voz IP.

Hasta ahora la facturación de una llamada se basa en el tiempo empleado y la distancia entre los interlocutores. Pero en Internet, si los dos interlocutores están conectados, resulta irrelevante cuánto y desde dónde estén hablando. Si la llamada ha de alcanzar a un teléfono convencional y salir de Internet, al usar otras vías, se encarece, pero siempre a precios mucho más baratos que los tradicionales. El fundador de Skype ha pronosticado que en el futuro, para telefonear, no tendremos un número, con prefijo territorial, sino un nombre, como en el correo electrónico.

Algunas telefónicas tradicionales han empezado a hacer ofertas selectivas de voz IP. Los expertos calculan que en 2008, la mitad de los europeos con banda ancha hablarán por Internet. La voz IP es una novedad rupturista, cuya expansión trastornará el negocio basado en tecnologías centenarias. Además no exige a sus suministradores grandes infraestructuras. Y, finalmente, resultará un regalo para el consumidor.