Más irregularidades de identificación en las reses de la ganadería Quintana
El Gobierno vasco controla los datos de Euskadi inscritos en el registro estatal de ganado
En las explotaciones ganaderas de los familiares de José Fernando Quintana, ex juntero del PNV por Álava, veterinario y gerente de la cooperativa Abeltzain, se han destectado más casos de irregularidades en la identificación de las reses, similares a los de la vaca loca muerta en Álava el pasado junio (ver EL PAÍS del viernes).
Por ahora, los problemas de identificación registrados en las explotaciones de Quintana impiden saber exactamente la procedencia de la carne que se consume y con ello hacer seguimiento de su control sanitario.
Abeltzain tiene atribuida en exclusiva por la Diputación Foral de Álava la sanidad e identificación animal. Después la responsabilidad sanitaria y de identificación es del servicio de ganadería, y la responsabilidad última recae en el Gobierno vasco al gestionar los datos que aparecen de Euskadi en el Simogan (Sistema de Movimientos de Ganado), dependiente del Ministerio de Agricultura.
El viernes pasado la Diputación Foral de Álava abría un expediente interno de investigación para averiguar los motivos por los que la vaca loca muerta el pasado junio en la explotación de María Aranzazu Zúñiga, compañera sentimental de Quintana, aparece viva en el Simogan. Concretamente ese registro estatal la sitúa en la explotación ganadera de Tomás Bengoa.
Los técnicos vascos de ganadería alegaron en un primer momento -desde el Gobierno sostienen todavía esa tesis- que se trata de un problema informático. Sin embargo esta posibilidad choca con la propia realidad, ya que la discrepancia no se refiere sólo a que el animal esté vivo o muerto, sino también a que figura en distintas explotaciones y a que, mientras en el Simogan se dice que nació en Álava, en la Diputación aseguran que fue en Guipúzcoa.
Estos cambios no puede realizarlos Quintana sin la colaboración necesaria de algún funcionario foral o del Gobierno. Entre otras razones, porque para efectuar cualquier modificación en el Simogan es necesario un largo expediente administrativo con nítidas explicaciones.
Estos mismos errores informáticos fueron alegados por Quintana en su declaración en el procedimiento penal contra él mismo, su padre, Eduardo Quintana, su compañera y otro familiar, Luis Javier Chasco.
En dicho proceso solamente se condenó al padre, que se declaró culpable, por un delito de estafa y falsificación de documento público. Precisamente Quintana decía en su declaración que eran "errores" informáticos lo que luego quedó probado que eran falsificaciones. La sentencia se dictó en mayo por acuerdo de la partes y quedó sobreseído de forma provisional el delito contra la salud pública al resto de los procesados. Los animales sobre los que se probó la falsificación documental entre enero y setiembre de 2000 fueron un total de 29.
A la difícil justificación de por qué la vaca loca tiene un doble domicilio, según Álava y según el Simogan, se debe añadir otras más. ¿Por qué si desde 2001 vive en casa de Zúñiga no ha pasado las preceptivas campañas sanitarias? El hecho de que esta res no las haya pasado hace que toda la explotación pierda su estatus sanitario.
Otra pregunta que queda en el aire es saber quien controla los movimientos ganaderos de las explotaciones de los familiares de Quintana si esta vaca vive allí desde hace cuatro años y no ha quedado constancia en el Simogan.
Riesgo para la salud
La falta de control del ganado tiene un riesgo esencial para la salud y más aún desde que se establecieron en 2000 los protocolos de actuación para la Encefalopatía Espongiforme Bovina (EEB), conocido como mal de las vacas locas.
Estas normas tienen por objeto proteger a los ciudadanos sobre otros casos de EEB, que causó el pasado julio la primera muerte confirmada en España, una mujer de 26 años. EL PAÍS ha realizado un rastreo aleatorio a varias reses de las explotaciones de los familiares de Quintana y el resultado es similar al de la vaca loca de junio.
La Diputación alavesa tiene la posibilidad de inhabilitar a Quintana como veterinario por haber realizado labores sanitarias en las explotaciones de sus familiares, conforme al decreto foral 33 / 2002. Sin embargo, no lo ha hecho aún. El diputado de Agricultura, Eloy López de Foronda analizó esta posibilidad el pasado viernes, tras publicar EL PAÍS las irregularidades en la identificación de la vaca loca muerta en este territorio y no lo hizo.
Quintana mantiene sus herramientas de trabajo, incluido el ordenador de Abeltzain, instrumento que permite emitir Documentos de Identificación Animal y cambiar el estado del ganado. La Diputación sí abrió el viernes un expediente de investigación interna al servicio de ganadería y ordenó un recenso (recuento) de todo el ganado de las explotaciones de los familiares de Quintana.
El rastreo en las fichas de explotación agraria de la Diputación Foral de Álava en las granjas de los familiares de Quintana, muestra que las reses de este grupo de ganaderos tienen vidas paralelas en Álava y en el Simogan, -el registro garante de la sanidad animal y de los movimientos de ganado para el conjunto de España-. Los datos de Euskadi que figuran en este registro dependen del Gobierno vasco.
Según consta en Gestión Ganadera de Álava y en las fichas de explotación de la Diputación las reses con número de crotal (número de identificación animal) ES041520209355 y ES021520145023 pertenecen y viven en casa de Luis Javier Chasco. Estos mismos animales en el Simogan a fecha de ayer están vivos en casa de Tomás Bengoa, el mismo ganadero de Olaeta al que se le asigna en el Simogan viva la vaca loca muerta en junio. Se trata de un caso casi idéntico al de la vaca loca.
Otro ejemplo de Chasco sería la res con crotal número ES010300020013 que no figura en el Simogan en su explotación ni se sabe muy bien donde. Hay otras reses que podrían haber sido declaradas muertas y están también en su casa, ya que el Simogan guarda los datos de dos años. Por ejemplo, ante los crotales identificados con el número ES02151003206, ES021510044584, y con el número ES071510044589, el Simogan solamente dice que no se encuentran en el País Vasco.
Lo mismo se repite en la explotación de Zúñiga donde los crotales con el número ES0115110027879 o el que tiene el ES081510072111, figuran en atribuidos a otras explotaciones según el Simogan.
La ES011510106908 figura desaparecida. Un rastreo informático y un cruce de datos permite detectar las evidentes irregularidades de identificación. Cada una de ellas debería ir acompañada de un expediente administrativo, según indica el Ministerio de Agricultura.
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