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Crónica:FÚTBOL | Tercera jornada de Liga
Crónica
Texto informativo con interpretación

Un empate muy crispado

Valencia y Deportivo disputan un partido con muchas incidencias y dos bellos goles de Tristán y Miguel

En un choque brusco, muy crispado, el Valencia renació cuando parecía condenado, engullido por un ataque de nervios. Tras un bello gol de Tristán, el cuadro de Quique se sintió superado por la presión. Perdió los papeles y, entre ellos, a uno de sus jugadores capitales, Baraja, expulsado por un patadón, pero... inopinadamente primero Andrade y después Munitis le devolvieron la vida. Los jugadores del Depor creyeron estar en el Europeo de baloncesto y tocaron el balón con las manos, dos veces, con funestas consecuencias para su equipo: un penalti y un hombre menos. El Valencia se fue entonces a por todas, sacó su genio y a un nuevo genio, Miguel, que marcó un gol de bandera, un trallazo desde la esquina del área, después de haber firmado un excelente debú en Mestalla, demostrando una extraordinaria potencia en sus arrancadas por la banda derecha. Para entonces, del fiero Depor del primer tiempo, sólo quedaban las cenizas. Aunque resurgiera de ellas en el último suspiro, cuando un centro de Momo no fue cerrado por Marchena, en un grave error, y sí rematado a placer por Sergio.

VALENCIA 2 - DEPORTIVO 2

Valencia: Mora; Miguel, Ayala, Marchena, Moretti; Aimar (Angulo, m. 83), Baraja, Albelda, Vicente; Mista (Kluivert, m. 76) y Villa (Fabio Aurelio, m. 73).

Deportivo: Molina; Manuel Pablo, Andrade, Romero, Capdevila; Sergio, Duscher; Munitis, Valerón (Momo, m. 70), Rubén (Coloccini, m. 65); y Tristán (Taborda, m. 82).

Goles: 0-1. M. 23. Pase de Valerón a Tristán, que bate cruzado a Mora. 1-1. M. 49. Villa, de penalti por mano de Andrade, después de que el árbitro mandara repetirlo por invasión de área. 2-1. M. 80. Miguel, de tiro fortísimo por la escuadra. 2-2. M. 83. Sergio marca en el segundo palo.

Árbitro: Iturralde González. Amonestó a Ayala, Marchena, Andrade, Tristán, Albelda y Romero. Expulsó con tarjeta roja directa a Baraja (m. 43) y a Munitis (m. 56) por doble amonestación.

Unos 40.000 espectadores en Mestalla.

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El salivazo de Aimar

Después de haber invernado las dos últimas temporadas, el viejo Tristán ha vuelto. O eso parece tras su entusiasmado arranque de campeonato. Ayer volvió a frotar la lámpara en Mestalla. Con el nueve grapado en el cráneo, Tristán no suele ponerse nervioso cuando recibe un buen pase dentro del área. Y cuando llegó el envío de Valerón, Tristán percibió que llegaba como una locomotora Albelda, así que se hizo un autopase largo y el medio valencianista pasó de largo. Ciao. Después, ya solo ante Mora, vino lo mejor. Golpeó con la bota izquierda al balón, alto y cruzado, allí donde los porteros no llegan nunca. Poco antes, Mora, que debutaba y que se hacía raro verlo como portero del Valencia tras tantos años de Cañizares o Palop, tuvo las manos blandas en un disparo lejano de Rubén. El gol certificó el renacimiento de Tristán, pero también el de Valerón, que ha regresado con fuerza a la titularidad. Ayer fue una mina para su equipo, siendo una referencia constante, creando con sus quiebros superioridad numérica e incorporándose al ataque con verticalidad.

El tanto puso de los nervios al Valencia, que vive rodeado de un histerismo creciente del que no escapa nadie, ni jugadores, ni directivos ni tampoco el entrenador. La desventaja, además, arrojó más luz si cabe sobre el error de Quique Flores en la alineación. No es nueva la intención de colocar a Aimar de interior derecho. Ya lo hizo el curso pasado el infausto Ranieri, aunque en aquella ocasión fuera por la izquierda. Tanto da. El caso es el Valencia pierde así un fantástico media punta, y qué gana: nada, un interior derecho inactivo. Desaprovechado. Lo comparaba Quique con Riquelme, pero no tiene nada que ver. El as del Villarreal no está ligado a ninguna banda, sino que se mueve por donde se le antoja, sin ningún compromiso defensivo.

En el arranque del segundo tiempo, Andrade metió al Valencia en el partido cuando, tras un córner, alzó la mano derecha para quitarle la pelota de la cabeza a Ayala, que iba a rematar. El penalti colocado se lo detuvo Molina a Villa, pero lo ordenó repetir el árbitro puesto que Munitis había entrada en el área antes de tiempo. Esta vez ya no falló Villa, que disparó a romper. El choque se tornó muy crispado y Munitis también se fue a la calle por protestar primero y después, ya con una tarjeta amarilla, tocar el balón con la mano en una zona y en una jugaba absolutamente inocua.

De modo que, por su extraña querencia a jugar con las manos, el Depor se quedó sin la gran ventaja que había adquirido, en efectivos y en el marcador. Y el Valencia se sintió por primera vez dueño del encuentro, propulsado por las arrancadas por la derecha de Miguel, que también se estrenaba en el cuadro de Mestalla, y por la decisión de Aimar de moverse a su aire, sin ataduras. Los gestos de Tristán de reproche a sus compañeros eran muy elocuentes: "Aten de una vez a este pequeño diablo

". El Depor se encogió. Y mucho más cuando Miguel, en una posición en que pocos se atreverían a disparar a gol, esquinado y de primeras, envió a la escuadra de Molina. Mestalla creyó haber cerrado brillantemente la cita, pero quedaba otro regalo envenenado: un excelente centro desde la izquierda de Momo que dejó pasar de largo Marchena y remató a placer Sergio, empatando el conflictivo partido.

Bronca entre los jugadores de los dos equipos al término de la primera parte.
Bronca entre los jugadores de los dos equipos al término de la primera parte.TANIA CASTRO

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