Ciegos de tanto mirar
Figura prominente de la vanguardia internacional a partir de la década de 1960, el estadounidense John Baldessari (National City, California, 1931) ha desarrollado su trayectoria madura entre los raíles paralelos del pop y el arte conceptual y, en cierta manera, sigue en ello. Lo podemos apreciar en la presente exposición -de la que, por cierto, no podemos obviar que se produzca en una galería privada y con obra fechada en el mismo 2005-, donde Baldessari vuelve a conjugar imágenes y palabras en medido contraste. En este caso, alternando la impresión digital fotográfica y el acrílico sobre lienzo, realiza una serie de rostros en primer plano confrontados con términos escritos que significan los supuestos adjetivos que califican su expresión. Esta relación paradójica o, en todo caso, disruptiva entre imagen y palabra, empleada ya de forma aleccionadora por Magritte, ha tenido una amplia consecuencia en el arte del siglo XX, pero especialmente compleja a partir de los años sesenta del pasado siglo, sobre todo, al convertir la pintura misma en un objetivo.
JOHN BALDESSARI
'Prima Facie (Third State)' Galería Pepe Cobo
Fortuny, 39. Madrid
Hasta el 10 de noviembre
En este sentido, dejando de
lado la ironía de que estos rostros aluden, de alguna manera, al género del retrato, además de proceder, como es característico en Baldessari, del aluvión icónico estereotipado de los medios de masas, cine y televisión, reduplican su efecto desconcertante al presentarse como prima facie, que hace referencia a la espontánea primera visión de algo o de alguien, lo cual es subrayado con las expresiones rotuladas que los acompañan, que nos transmiten también la inmediata reacción que pueden despertar en un hipotético espectador que contestara a un test perceptivo-psicológico.
Evidentemente el mecanismo de perplejidad buscado por Baldessari ante estos rostros prima facie se produce a partir de lo que en inglés se llama second sight, o, si se quiere, la segunda mirada de la reflexión, en lo que tiene de mirada crítica distanciada y, asimismo, de espejismo. Más: la rica concatenación especular o especulativa de Baldessari toma un nuevo giro al someter a estas efigies al filtro cromático de la impresión mecanizada con diversos tonos dominantes, con el simple blanco y negro, o, tal cual, con la impresión convencional de la reproducción en color. Generando con el color la misma distancia dentro de la imagen que la que ésta tiene con su asociación verbal, se multiplica la conciencia del equívoco del arte, de la visión y, por supuesto, de las anteojeras sociales que nos hacen ver lo que vemos con nuestros nada espontáneos ojos inyectados de ideología, digámoslo así, "político-sentimental". Si en esta exposición con obra actual comprobamos cómo Baldessari sigue ahondando en los mecanismos de la mirada contemporánea en los que lleva trabajando durante décadas, es interesante apreciar su mayor escoramiento reciente del lado del pop, lo cual, en su caso, a mi juicio, es una prueba no sólo de un refinamiento más perverso, en tanto que se nos presenta, en efecto, con mayor "transparencia", prima facie, sino también, si cabe, con mayor vértigo semántico. De manera que, vueltas y revueltas, para mostrar la opacidad icónica de lo que vemos, nuestras cataratas icónicas ante una catarata de imágenes que nos ciegan.
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