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Una invasión inevitable

Era una invasión inevitable. Desde que se le localizó el año pasado en Sant Cugat del Vallès, los científicos daban por sentado que el animal empezaría a colonizar el área metropolitana de Barcelona. Y así está pasando. La Agencia de Salud Pública acaba de detectar su presencia en el barrio de Can Baró, en el distrito de Horta-Guinardó. Por el momento es el último episodio de la expansión de este mosquito, que también ha sido localizado en otros ocho municipios catalanes.

El mosquito tigre aedes albopictus se caracteriza por su agresividad. Puede atacar en pequeños grupos y la frecuencia e intensidad de sus picaduras es superior a la de los mosquitos autóctonos. Las inflamaciones que provocan son más importantes. En las zonas más infestadas, la presencia de este animal puede dañar seriamente la calidad de vida. Acudir a la piscina o a la terraza de un bar puede convertirse en una actividad de riesgo.

En Cataluña, el mosquito tigre se distribuye en dos grandes áreas. El núcleo duro son los municipios en los que el aedes albopictus está presente en buena parte del término municipal, cosa que sucede en Sant Cugat del Vallès, Cerdanyola y Rubí (todos ellos municipios del Vallès Occidental), según relata Jordi Ruiz, jefe de los servicios de fauna y flora de la Generalitat. A su alrededor hay una corona de municipios en los que el mosquito tigre sólo afecta una parte más o menos pequeña del municipio. Es el caso de Molins de Rei, Ripollet, Terrassa, Sant Quirze, Barberà del Vallés y, ahora, el noroeste de Barcelona. La participación ciudadana es básica para controlar la expansión del especie.

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