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Reportaje:Aulas

A clase con una maleta

Centenares de profesores interinos tienen que desplazarse cada inicio de curso para cubrir las plazas libres

Pastora Báez Vélez, de 33 años, es una maestra interina de educación primaria. Este año tiene destino en Solana de Torralba, una pedanía de Úbeda (Jaén), muy lejos de su Huelva natal, donde reside. Por eso Báez puso un anuncio en la Delegación de Educación onubense para tratar de cambiar su puesto con el de otro interino interesado, quizás, en ese destino. No ha tenido suerte. "Me han dicho que este año van a admitir pocos casos de acercamiento, entre otras cosas, porque hay mucha gente que los solicita y tendremos que pagar el abuso que se ha hecho en años anteriores", comenta.

En todas las Delegaciones de Educación de Andalucía hay tablones que ofertan permutas como el utilizado por esta maestra. Allí, aquellos profesores y maestros interinos a los que les ha correspondido plaza en lugares que no les interesa anuncian su intención de cambiar con otra persona los destinos asignados. Los mensajes que cuelgan en estos días son de maestros de educación Primaria, el cuerpo de funcionarios del que se convocaron las últimas oposiciones. Báez Vélez está a la espera de que la Consejería de Educación responda a su petición de acercamiento por razones humanitarias. Porque esta maestra arrastra una historia dramática ya que, de sus tres hijos, de cinco, tres y dos años, dos de ellos están enfermos. Y deben pasar revisiones periódicas.

"No terminabas de conocer a los alumnos y ya te tenías que ir", dice Antonio Ruiz"
¿Qué hago yo con mi niña?", se pregunta Noelia Infante, destinada en Almería

Pastora Báez es una de las representantes de uno de los problemas laborales más destacados de la Consejería de Educación. En Andalucía hay alrededor de 13.000 enseñantes de este tipo en Educación Primaria y Secundaria. De ellos, unos 10.500 están adscritos al Pacto de Estabilidad en el empleo consensuado con la Junta. Este acuerdo garantiza estabilidad laboral al personal que trabaja desde antes del año 2000 hasta 2008. El resto (2.500) fueron contratados con posterioridad a ese año y están expuestos a los traslados, pues deben ocupar plazas de sustitución temporal, además de ciertos permisos y licencias de los que pueden disfrutar los funcionarios.

Es el caso de Pastora. "No puedo renunciar al puesto porque la economía de mi casa depende en estos momentos de mi sueldo. Mi marido trabaja de forma temporal. Estoy angustiada con esta situación que además ahora es por dos años", dice Báez. Y es que hasta el curso pasado, la estancia máxima en una misma plaza de un profesor o un maestro era de un año renovable. La prolongación por primera vez a dos cursos responde, según el viceconsejero de Educación, Sebastián Cano, a un intento de mejorar el sistema educativo prolongar algo la estabilidad del propio profesorado interino.

Es una salida que quizás beneficie a Manuel Ruiz, que está demasiado acostumbrado a hacer y deshacer maletas. Ruiz nació hace 33 años en el municipio cordobés de Hornachuelos. Pero desde hace seis años y seis meses, el tiempo que lleva como interino, no ha dejado de dar tumbos. El último salto es de más de 300 kilómetros o, lo que es igual, un salto de tres horas largas en automóvil, el tiempo que tarda desde su Hornachuelos hasta el pequeño pueblo jienense de Aldeahermosa, donde le ha enviado este año la Consejería de Educación a trabajar como maestro.

Manuel Ruiz ha intentado, sin éxito, cambiar su destino por otro más cercano a su pueblo. Ayer, salió a las cinco de la mañana de Hornachuelos hacía Jaén. Volverá el viernes por la tarde. Por suerte, puede compartir los gastos de alojamientos con otros compañeros interinos que también han sido destinados a Aldeahermosa.

Pero a él, con quien le gustaría realmente vivir es con su novia, que vive en Hornachuelos. "No me dejan casarme, no puedo montar una casa porque cada año estoy en un sitio", se lamenta. Su novia se plantea irse a vivir con él este curso, aunque todavía no tienen muy claro cómo lo van a solucionar.

"Por otro lado, la prórroga de destino a dos años", dice Sebastián Cano, "beneficiaría a los alumnos, puesto que así tendrían más regularidad con sus alumnos". Eso mismo es lo que le ha faltado a Antonio Ruiz de 32 que ya lleva tres años de interino. Natural de Baeza (Jaén), este profesor de informática ha sido destinado durante el curso que comienza en un instituto de Vejer de la Frontera (Cádiz), a unos 400 kilómetros de Jaén, ciudad en la que reside su familia y su novia. El curso pasado impartió clase en cinco institutos de diferentes pueblos de la provincia de Sevilla, "No terminabas de conocer a los alumnos y a los compañeros del centro cuando te tenías que ir a otro lugar. En cada sitio impartí asignaturas diferentes, que no te daba tiempo a preparar, y todo esto repercute en la calidad de la enseñanza que reciben nuestros alumnos", subraya.

Por primera vez ha solicitado permutar su plaza en el instituto gaditano por otra más próxima a Jaén, incluso en las provincias de Granada y Córdoba, pero no ha habido suerte.

Como interino, la incertidumbre de no saber dónde trabajar de un año para otro le impide estabilizarse desde un punto de vista personal y familiar. "Nuestra calidad de vida se ve afectada. Cada fin de semana te expones a la carretera y te haces casi 1.000 kilómetros para continuar con tu vida personal y, a veces, resulta muy complicado compaginar la vertiente profesional con la familiar", lamenta Antonio.

El Sindicato Andaluz de de Docentes Interinos (SADI), que ha convocado a la huelga a los más de 13.000 interinos el próximo octubre, critica, no solo los desplazamientos a los que se somete a muchos de estos profesionales sin plaza fija, sino que denuncian que la política de destinos es especialmente cruel con las mujeres, sobre todo cuando están a cargo de hijos pequeños.

Es el caso de Noelia Infante, de 32 años, interina en Educación Infantil, que ha sido destinada a el colegio El Saltador de Huércal Overa (Almería), donde le han asignado para este curso una clase de Primaria. Hace tres meses, Noelia, que vive en Sanlúcar de Barrameda, dio a luz un bebé y, pese a que ahora cuenta con la baja maternal, sabe que en diciembre deberá presentarse en el aula ante sus alumnos.

"Ahora tendré que alquilar un piso y añadir el gasto del gasoil, que no lo dan gratis, comer y el mantenimiento allí", apunta. Pero la gran tesitura para la maestra será decidir con quién deja a su bebé que, para entonces, tendrá seis meses. "Mi marido es militar y está siempre fuera de casa. ¿Qué hago yo ahora con mi niña?", se pregunta.

¿Y qué puede hacer la Administración con los interinos? El viceconsejero Cano señala una propuesta que se ha planteado ala Gobierno central. "La forma concreta de atajar el problema de los interinos sería hacer una convocatoria de oposiciones especial para interinos. Con esto no se perjudicaría a nadie", afirma Cano. Se trataría de una salida similar a la que el Ministerio de Sanidad diseñó para regularizar la situación de los médicos especialistas sin título. La Consejería de Educación ya ha transmitido esta idea al Ministerio, pero no han recibido respuesta.

Con esta medida se daría quizás respuesta a una de las peticiones planteadas por el SADI, que se queja de un sistema de oposiciones que, en su opinión es injusto, "puesto que no premia la experiencia acumulada en sus años de trabajo". Ponen como ejemplo la convocatoria del año pasado en Primaria donde sólo el 13% de los maestros interinos con más de cinco años de experiencia -y acogidos al Pacto de Estabilidad- logró una plaza en propiedad.

Está información ha sido realizada por Manuel J. Albert, Lucía Vallellano, Manuel Planelles, Raquel Hernández y María José López Díaz.

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