La ONU negocia contrarreloj para salvar la cumbre de su 60º aniversario
EE UU, India, Pakistán y Egipto son los países que más pegas ponen al documento final
El miércoles arranca en Nueva York la que será la mayor cumbre de la historia de Naciones Unidas y durante la que se celebrará su sexagésimo aniversario. Está prevista la participación de 170 jefes de Estado y de Gobierno, que deberán forjar además un complejo consenso para lanzar la reforma de la institución a fin de adaptarla a los nuevos retos y dar un espaldarazo a los conocidos como Objetivos del Milenio contra la pobreza. Pero el evento podría terminar en un fiasco si los 191 países no son capaces de superar en el último minuto sus diferencias.
Las horas previas a la cumbre están siendo de gran tensión entre los diplomáticos acreditados ante Naciones Unidas. El secretario general del alto organismo internacional, Kofi Annan, es el primero en mostrar su preocupación por las divisiones existentes entre los Estados miembros, a dos días del mayor evento de la historia del organismo.
"El trabajo puede no estar acabado a tiempo y se corre el riesgo de perder el plazo", decía Annan en la tarde del viernes ante los escasos avances logrados durante la semana en las negociaciones que se están llevando a cabo. "Me alegraré mucho si me equivoco", añadía el secretario general mientras pedía a las delegaciones que tuvieran en mente que el resultado final debe tener en cuenta las preocupaciones principales de todos los países en aras del interés colectivo.
Esas negociaciones prosiguieron durante el fin de semana. Era un esfuerzo contrarreloj. "Estamos condenados al éxito", indicaba una fuente diplomática europea, "porque nos encontramos en un momento crítico para dar un impulso fuerte a la renovación y el cambio".
La reflexión es clara: si el documento final de la cumbre de jefes de Estado y de Gobierno no es lo suficientemente sólido políticamente, el proceso de reforma de las Naciones Unidas descarrilará en los meses venideros. "Puede no ser un documento ideal, pero debe tener la fuerza suficiente para alimentar el proceso", asegura la fuente diplomática europea.
Reticencias
Estados Unidos es el país miembro que más pegas está poniendo al proyecto final de la cumbre. Pero no es el único. India, Pakistán y Egipto se encuentran entre los más reticentes, mientras que la Unión Europea se muestra más conciliadora. El Gobierno de Washington, por su parte, busca limar al máximo la parte del documento final que se refiere a los Objetivos del Milenio pactados hace cinco años en la ciudad mexicana de Monterrey. El capítulo dedicado al desarrollo ocupa casi la mitad de sus 40 páginas.
La Administración que preside George W. Bush está adoptando una actitud más flexible y ya no rechaza que se haga referencia a que se destine el 0,7% del Producto Interior Bruto (PIB) a ayudar a los países pobres. Pero no quiere fechas fijas ni un lenguaje vinculante para su país.
No es el único punto de discordia. Los Estados miembros mantienen diferencias en la parte del texto que se refiere al desarme y a la no proliferación de armas nucleares. El eterno debate sobre la futura Convención Antiterrorista y la definición del terrorismo sigue sin cerrarse, y a esto se le suma el choque entre los países a la hora de establecer dónde está la línea que permite a un país recurrir al uso de la fuerza ante este tipo de amenaza. El objetivo de esta cumbre es dar un impulso a los trabajos para poder completar la convención durante el próximo año.
También hay diferencias al definir el concepto de responsabilidad de protección en crisis humanitarias. Sobre la reforma de Naciones Unidas -vital para Estados Unidos y su política de consumo interno-, los grandes contribuyentes quieren un paquete sólido y creíble para los cambios en la secretaría general, para garantizar su eficacia tras la ola de escándalos.
El propio Kofi Annan busca que se refuercen sus poderes como gestor de la organización internacional, dotar a su administración de mayor transparencia y también potenciar las auditorías y los controles. Pero aquí la reforma se topa con las resistencias de los países del Tercer Mundo, que prefieren mantener el statu quo.
Hay más consenso entre las 191 delegaciones para que se delimiten en esta cumbre las que serán líneas básicas de funcionamiento y objetivos de los futuros Consejo de Derechos Humanos y de la Comisión para la Consolidación de la Paz. Sin embargo, no podrá cerrarse del todo el lanzamiento de estos dos nuevos órganos de Naciones Unidas, porque deben discutirse aún su composición y otras reglas que los regirán, debido de nuevo a que la negociación se topa con obstáculos. Son, sobre todo, cuestiones técnicas.
Y respecto a la ampliación del Consejo de Seguridad, queda empantanada porque ninguna de las propuestas que hay sobre la mesa ha logrado recabar el acuerdo necesario para lanzar la reforma en esta cumbre de la ONU.
Los 191 países miembros están de acuerdo en que la modernización del órgano más poderoso de Naciones Unidas debe completarse. Pero los Estados miembros no son capaces de llegar a un consenso que permita establecer una fecha para cerrar esta parte del paquete de reforma. Unos piden finales de este año, y otros advierten del riesgo de "frustración" en el proceso si no se cumple el calendario.
Así las cosas, lo ideal sería que el viernes se cerrara la cumbre con un documento pactado. Además, se está estudiando la posibilidad de añadirle una declaración más corta, de tres páginas, en la que los líderes mundiales resuman las prioridades políticas.
La delegación española estará encabezada por el Rey y el presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero. Además, tiene previsto intervenir ante Naciones Unidas el director gerente del Fondo Monetario Internacional, el también español Rodrigo Rato.
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