En ebullición permanente
Marc Minkowski debe pensar que el teatro Real está en permanente ebullición y siempre ocurre algún imprevisto, al menos cuando él viene y se programan óperas de Mozart. En la reciente La flauta mágica alguien "olvidó" un despertador debajo de una butaca y hubo que parar la función. Anteayer se encontró envuelto nada más salir en un griterío de protestas que venían de los pisos altos porque desde allí, al parecer, no se veía a los cantantes y a la orquesta, debido a su colocación en la parte anterior del escenario, encima del foso, esta vez cubierto. El error de la Dirección del teatro es grave y demuestra falta de profesionalidad. Minkowski estableció un diálogo con los espectadores descontentos tratando de situar a los cantantes en posiciones más traseras. Se seguía sin ver. El concertino dijo que la orquesta no tenía la culpa y que ellos venían a tocar lo mejor posible. Aplausos. La sensación de vacío y descontrol se hizo interminable hasta que subió -tarde- al escenario el gerente Miguel Muñiz y pidió disculpas ofreciendo la devolución del importe de las localidades. También les podía haber invitado a que ocupasen los abundantes huecos que había en las localidades de los pisos bajos, pero o no quiso o no tuvo reflejos. Así, entre susurros y gritos, la función empezó con media hora de retraso, con la frustración de los espectadores "de arriba" que abandonaron el teatro. En fin, lamentable.
Mitridate, Re di Ponto
Ópera de Mozart en versión de concierto. Les Musiciens du Louvre, Grenoble. Director musical: Marc Minkowski. Con Richard Croft, Netta Or, Ina Schlingensiepen, Bejun Mehta, e Ingele Bohlin. Teatro Real, Madrid, 10 de septiembre.
Minkowski comenzó el concierto a todo gas y Netta Nor (Aspasia) tuvo una primera intervención no demasiado afortunada. El ambiente era gélido. Entonces apareció el contratenor Bejun Mehta (Farnace) con un aria espectacular y se fueron calentando todos, el público entró al trapo con sus aplausos, los cantantes fueron a más, la orquesta estuvo sublime y al final resultó una noche memorable. Minkowski dirigió maravillosamente bien y puede considerarse el héroe de una noche donde la ebullición pasó de las protestas a las aclamaciones con el público puesto en pie al final.
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