Una jornada que hizo historia
Querido Tato:
Hace la tira y media que no te ponía un mail. Hoy lo hago para contarte la Diada de ayer, una pasada, créeme. Fui con papá y mamá, que desde que la cosa se celebra en la Ciutadella se han reconciliado con la celebración. Habían dejado de ir a la de antes frente a la estatua de Casanova porque siempre silbaban e insultaban a Piqué, y eso les parecía demasiado esparracat, como dicen ellos. Y la verdad es que tienen toda la razón. Desde hace dos años la fíesta es mucho más endreçada (como ves, me he sacado el nivel C de catalán y estoy que me salgo).
A lo que iba. Bajo los tilos, la empresa en la que trabaja Sandra (Focus, creo que se llama) había montado un escenario de madera oscura adornado con plantas olorosas: espliego, romero, Filia helicoides, Centenia pulcherrima, y tal: "Una mostra de la nostra natura", como dijo acertadamente el speaker, un actor catalán, Josep Maria Pou si no me equivoco, ya sabes que yo con los nombres soy un desastre. Entraron solemnemente los dos presis, el Pasquis y el que lleva la raya en medio y que no me acuerdo cómo se llama, y así empezó la festa. Unos grallers acompañados por timbalers tocaron la canción Catalunya comtat gran, que es como Els segadors pero en más triste, si cabe (que cabe: papá siempre dice que eso es así para que no se nos note, ni siquiera cuando cantamos himnos, y yo le digo que si cantamos himnos es para que se nos note, y no salimos de ahí).
Hizo su entrada al punto un escamot de los Mossos d'Esquadra vestidos de gala, esto es con sombrero de copa y espardenyes como las que nos ponemos en Ibiza. La verdad es que esta combinación siempre me ha intrigado, es como ir al Liceo con esmoquin y abarcas, digo yo que debe de ser así para simbolizar el seny (el sombrero) y la rauxa (las alpargatas), tan nuestros. Tras la entrega de la bandera al presi, vino lo mejor: Maria del Mar Bonet cantando Lo pi de Formentor, de mosén Costa i Llobera (lo sé porque me tocó comentar ese texto cuando me saqué el nivel C, je, je). Cosa curiosa, a Maria del Mar le volaba la partitura, y digo curiosa porque con el know how que tiene de cantar en la plaza del Rei no se entiende cómo aún no ha encontrado un sistema de pinzas para sujetar los papeles.
A partir de ahí, Tato querido, la cosa se puso en plan mestissatge. La cantaora Mayte Martín cantó Vidalita, así, como lo oyes. Unos pocos silbaban y decían en voz alta que no era el día para el flamenco. Pero papá me susurró al oído que a él le parecía muy bien y que él hubiera añadido una canción filipina en homenaje a las que ahora limpian en casa. Embolica que fa fort! Luego vino un himno recitado en aranés, una lengua que a la cuenta se habla en Baqueira, aunque yo no la he oído nunca por allí, y un largo poema de Vicent Andrés Estellés que, a pesar de mi nivel C, entendí muy poco. Sí entendí lo de Josep Carreras cantando L'emigrant, que es como decir que aunque estuviéramos en la Ciutadella siempre estamos en el exilio de nosotros mismos, y tal.
Y entonces ya vinieron Els segadors en la nueva versión del mestre Antoni Ros Marbà. La verdad, no sé por qué había que montar tanto cirio, yo no noté nada especial, si exceptuamos la síncopa del estribillo, convertida en cuatro notas del mismo valor para subrayar la determinación con que a partir de ahora vamos a dar el cop de falç, y tal.
Y ya nos dirigimos hacia el Parlament para lo de los canapés y las palmaditas en la espalda, como dice papá. Este año servía el ágape Vilaplana; el señor Vilaplana en persona se paseaba con bandejas curulles de delikatessen para dar a entender que todo era fet a casa. Y la verdad es que yo me sentía como en casa, aunque me faltó algún plato elaborado por la charcutería de enfrente de la plaza de San Gregorio Taumaturgo.
En fin, Tato querido, todo de primera. Y si a ello añades que el sábado el Madrid perdió y que Alonso no se proclamó campeón en Bélgica -a papá esto del Renault siempre le ha sabido a poco, dice que donde haya un buen Ferrari que se aparte todo lo demás-, entonces convendrás conmigo en que la Diada fue de las que hacen historia. ¿Y qué otra cosa podía hacer, digo yo?
Besote. Cris
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