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Columna
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Contratados

En julio dediqué unas palabritas a los fijos, y fue estimulante recibir la adhesión de muchos de ellos y ellas, gentes cumplidoras que conocen (y sufren) lo peor del funcionariado. Desde luego, también se hicieron notar los mohínes, y hasta denuestos, de quienes sin ser nombrados se daban por aludidos, conscientes en el fondo de haber "comido ajos"...

Hablemos hoy de los contratados. Mejor dicho, de esas contratas en las que tanto fían los gobiernos conservadores, especialistas en poner a dieta el sector público mientras ceban bolsillos privados que resultan ser vasos comunicantes con los propios. Con razón escribía Juanjo Millás que el primer artículo de la Constitución norteamericana debería decir "Sálvese quien pueda". Y es evidente que el agravamiento del desastre Kratina ha tenido mucho que ver con la ausencia de servicios públicos de prevención y atención, con ese principio que llaman liberal de: "Antes de bajarle del tejado, de hospitalizarle, de subirle al autobús o de entregarle comida y agua, deme usted la Visa".

Nuestra consejera de Bienestar intenta repartir responsabilidades urbi et orbi por si así, entre todos, salimos a menos. Pero en el chalet de los horrores de L'Eliana, donde se torturaba a los enfermos mentales, ha fracasado la vigilancia pública por inacción política. Porque parece que la parte técnica, pese a su adelgazamiento, había cumplido su trabajo. Y también ha fallado la contrata privada deshumanizada, y los empleados cómplices o acogotados que no osaron denunciar. Ocurre con los trabajos precarios y mal pagados que quienes los padecen presentan también, como patologías asociadas, ceguera, sordera y mudez, aunque la patronal le dice lealtad.

Mañana empieza el juicio Maeso, durante el que podremos comprobar la diferente incidencia de contagios en los hospitales públicos y privados, con goleada a favor de estos últimos. ¿Sería porque en ellos la productividad y la ganancia de los contratados dependía de operar a destajo? ¿Sería porque en los públicos hubiera sido más fácil que alguien, con plaza en propiedad denunciara una práctica irregular sin jugarse la nómina? Meditemos. Tiempo habrá de conclusiones.

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