Primitivismo
Aluciné viendo la noticia televisiva de una procesión de un pueblo de Madrid quemando rastrojos para iluminar el camino de la Virgen hasta su ermita, en contra de las normativas, la sensatez y el sentido común, dados los apocalípticos fuegos de este verano. Por lo visto, el mismo alcalde y el Consistorio repartieron los artefactos incendiarios.
Que acabamos de salir del mono, ya lo sabemos. Lo que yo ignoraba es que hayamos evolucionado tan poco que algunos todavía veneren el fuego.
Sin embargo, se me ocurre una idea para no frustrar los instintos pirómanos de los devotos peregrinos de Homo sapiens de esta procesión, con tanta tradición que, incluso, algunos abucheaban e insultaban a los bomberos que apagaban las piras.
Se trataría de plantar antorchas, elevadas y controladas, a lo largo del camino de peregrinaje, para que sean prendidas por los más incendiarios de delante. Los de la cola, algo más sensatos y evolucionados, las apagarán, y un coche de bomberos con el alcalde y su Consistorio se asegurará de rematarlas a manguerazos.
De paso se van rezando muchos, pero que muchos, rosarios, para que la Virgen ilumine mejor el cerebro de sus devotos feligreses a cambio de no alumbrar tanto el camino por el que pasa, ya que no hace falta ningún milagro de la Virgen para saber la poca gracia que le hace verlo en llamas.
