Colegio en obras
El lunes comienza el colegio de mis hijos, que van al Rufino Blanco, un centro público de Madrid. Pero tal vez este inicio con el que he planificado mi vida, igual que todos los padres con hijos, no se cumpla. El colegio necesitaba algunos arreglos para solucionar problemas importantes, goteras entre ellos, y aunque las clases terminaron el 22 de junio -hace más de dos meses- las obras para solucionar estos desperfectos no comenzaron hasta el 19 de agosto pasado.
El resultado es que, a tres días del comienzo de las clases, uno de los dos edificios del centro está en obras. La dirección del colegio, una víctima más de la situación, ha recibido la promesa de que el lunes a las nueve de la mañana el colegio abrirá sus puertas después de que durante el fin de semana se trabaje contra reloj para dejar el centro sin el material de obras que ahora está esparcido por todo el colegio, incluida la fachada, que está cubierta.
La duda es si se cumplirá la promesa o el lunes nos encontraremos que el colegio está patas arriba, con el consiguiente peligro para los niños: los hay de tres años. En cualquier caso, lo que parece evidente es que el Ayuntamiento de Madrid, propietario del edificio, y la Comunidad de Madrid demuestran un tal grado de irresponsabilidad al dejar que una situación tan sencilla como unas obras de reparación que se podían haber realizado en julio, con toda tranquilidad, desemboquen en esta situación.
