La ciudad de las copias

Cocos. Copias y coincidencias "tiene un nombre divertido, pero va muy en serio", dijo ayer el comisario de la exposición Juli Capella. Cocos es una ciudad de 12 calles en la que conviven un centenar de piezas originales y sus correspondientes imitaciones. Una silla Le Corbusier y al lado la copia. Una estilográfica Montblanc y al lado la copia. Una lámpara de pie y al lado la copia. Una teleducha y al lado la copia. Una aceitera de Rafael Marquina y al lado algunas de sus más de 144 copias.

Los autores de Cocos -hasta el 2 de octubre en el Museu Valencià de la Il·lustració i la Modernitat- calculan que las empresas creadoras dejan de ingresar 200.000 millones de euros al año a causa de las falsificaciones, que moverían el 7% del comercio mundial.

La copia es un terreno resbaladizo. ¿Dónde acaba la admiración y dónde comienza el plagio? ¿Qué es exactamente un homenaje? Los comisarios Capella y Ramón Úbeda trazan una línea roja a las puertas de Cocos: "Una inspiración puede ser hasta loable. Copiar a un maestro para entender su técnica resulta, incluso, una experiencia recomendable. Añadirle su firma e intentar venderlo, un robo".

La copia es un asunto serio que Cocos no deja de abordar con humor. En una sala, cubierta de espejos, hay nueve maniquís vestidos con nueve supuestos polos Lacoste (la empresa es uno de los patrocinadores). El juego consiste en localizar el auténtico, y ayer ninguno de los visitantes parecía acertar. La mayor parte de las parejas de piezas siguen la misma estructura: A la izquierda el original y a la derecha la copia. La calidad de algunas imitaciones es tan perfecta que los comisarios dudaban ayer de haberlas colocado en el lado correcto.

La muestra está repleta de anécdotas. Las copias, generalmente, son más baratas y de peor calidad que los originales. Pero Capella y Úbeda contaron ayer el caso de la lámpara Tizio, diseñada por el alemán Richard Sapper. "Una de las lámparas más famosas de la historia". Sapper la diseñó en los años 70, y algún tiempo después descubrió una falsificación asiática que no sólo era más barata sino que era mejor. ¿Solución? Sapper llegó a un acuerdo con la empresa asiática para comprarle toda la producción.

Luego contaron la anécdota de la lámpara bib luz libro que Óscar Tusquets diseñó a mediados de los ochenta y que sirve también para separar libros. En 1996 Ingo Maurer sacó al mercado una lámpara sospechosamente parecida. La llamó lámpara de mesa Óskar. Cuando le preguntaron por el parecido, Maurer dijo que se trataba de un homenaje a la pieza de Óscar Tusquets. La lámpara de mesa Óskar se vendió bien. Las ventas de la original se redujeron a un tercio.

Cocos muestra a los ganadores de varias ediciones de los premios Plagiarius, fundados hace 30 años por Rido Busse, diseñador industrial alemán. Busse creó los premios "que nadie nunca ha ido a recoger" después de encontrarse, en la Feria de Frankfurt, con la improbable coincidencia de que una empresa taiwanesa tuviera en su expositor una balanza muy parecida a la suya y también de color naranja.

La exposición se completa con ejemplos, falsos, de imitaciones que podrían venderse en un supermercado. Y con la película F for Fake, de Orson Wells. Entre los colaboradores está el Ministerio de Industria y la Feria Internacional del Mueble de Valencia. La presentación del acto contó con la presencia de Justo Nieto, consejero de Empresa, Universidad y Ciencia. Su intervención derivó rápidamente hacia los perjuicios que la entrada de productos textiles chinos ocasionará a las fábricas valencianas.