Los zombies de Romero
El cine de terror acostumbra a sepultar a directores de gran éxito gracias a una original y sorprendente primera película que posteriormente son incapaces de superar. Tobe Hooper (La matanza de Texas, 1974) y los desaparecidos sin combate Eduardo Sánchez y Larry Myrick (The Blair witch project, 1999) son sólo un par de ejemplos de un caso cuyo máximo exponente es, aunque le pese a sus fanáticos, George A. Romero. Tras encandilar con la poderosa rabia de La noche de los muertos vivientes (1968), el director se vio atrapado en una estética de serie B que envejecía a un ritmo superior al habitual. Ahora, con 65 años, regresa a su particular universo de zombies con La tierra de los muertos vivientes, producción con algunas ideas resultonas y toneladas de vísceras y hemoglobina que sólo contentará a los que aún lo tienen en los altares del cine de terror.
LA TIERRA DE LOS MUERTOS VIVIENTES
Dirección: George A. Romero. Intérpretes: Simon Baker, John Leguizamo, Dennis Hopper, Asia Argento. Género: terror. EE UU, 2005. Duración: 93 minutos.
Como en Metrópolis (Fritz Lang, 1927), el apocalíptico mundo que ha dejado la invasión zombi tiene dos partes muy diferenciadas: la de arriba, ocupada por los poderosos, las corporaciones y los consejos de administración, lejos de la mortal amenaza gracias a un ejército con reminiscencias nazis; y la de abajo, hogar de la plebe. Un doble mundo en el que el centro comercial, que ya ejerció de núcleo en Zombi (1978), vuelve a tener gran importancia, esta vez como patético paraíso de los ricos. Romero alimenta sus diálogos con continuas sentencias basadas en el sarcasmo, pero parece incapaz de dar a su película la agilidad y la modernidad suficiente, algo que sí consiguió la pasada temporada Zack Snyder con su notable remake de Zombi.
Babelia
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