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Reportaje:

Un minuto de libertad

La lucha del movimiento Kifaya por el cambio en Egipto ha despertado el sueño de reformas tras décadas de represión

Ángeles Espinosa

"Vamos a seguir luchando contra este régimen", repite una y otra vez George Ishaq, el coordinador de Kifaya, el movimiento por el cambio en Egipto. Y tendrán que hacerlo para no defraudar a Randa y otros egipcios que han puesto sus esperanzas en esos activistas pro democracia, porque les ofrecen una alternativa que no sea más Mubarak o el islamismo de los Hermanos Musulmanes. Cierto, Kifaya no ha logrado arrastrar a las masas, pero tras años de parálisis política ha abierto una puerta a la esperanza.

"Hemos estado tan reprimidos hasta ahora que teníamos miedo hasta de criticar al Gobierno", manifiesta Randa, deseosa de que su país olvide la retórica y se desarrolle económica y socialmente. "No, no voy votar; no ha habido campaña y no quiero participar en la comedia", confía sin necesidad de que nadie le convenza. Las reivindicaciones de Kifaya (derechos y libertades básicos, separación de poderes y respeto de los derechos humanos) ya estaba en su mente mucho antes de que el movimiento se lanzara a la calle en diciembre del año pasado.

"Nuestra lucha no se acaba el 7 de septiembre, se inicia el 8", subraya Ishaq en referencia a la fecha de los comicios que han boicoteado porque cuestionan su transparencia. Para los miembros de Kifaya, la reforma constitucional se ha quedado corta y la elección presidencial de mañana no deja de ser un plebiscito camuflado. Pero eso no va a frenarles. "Formaremos un Gobierno en la sombra, prepararemos un borrador constitucional y consolidaremos nuestra organización, aunque no como un partido", explica el coordinador.

Aunque no lo han declarado abiertamente, su vista está puesta en las próximas elecciones legislativas de noviembre, en las que se espera una avalancha de candidatos que dificulte el triunfo de los afiliados al gobernante Partido Democrático Nacional (PDN). Sin embargo, algunos temen que el inusitado clima de libertad que se ha permitido durante la campaña a las presidenciales desaparezca el día 8 con el seguro triunfo de Mubarak y se reprima a los reformistas. "La libertad tiene un precio y estamos dispuestos a pagarla", responde Ishaq inasequible al desaliento.

"Han hecho más por la democracia que los Hermanos Musulmanes", afirma, por su parte, Sarah Ben Nefissa, investigadora en El Cairo del francés Institut de Recherche pour le Development. "Han sido ellos quienes han vencido el miedo a salir a la calle, reclamado la libertad de expresión y, sobre todo, roto el binomio Hermanos Musulmanes-régimen", subraya. Los islamistas egipcios sólo se han atrevido a protestar a partir de las manifestaciones de Kifaya, y ahora tratan de adelantarles por la izquierda.

"Es cierto que los Hermanos tienen mayor respaldo popular y los de Kifaya siguen siendo quinientos, pero tener una base popular no garantiza que se produzcan cambios", explica Ben Nefissa. En su opinión, Kifaya los ha logrado porque sus activistas "han sido los primeros en decir las cosas que nadie había dicho antes". "En ese sentido, es un nuevo movimiento político", asegura. "Por mucho que se quejen de la enmienda constitucional, han abierto una puerta que el régimen va a tener dificultades en cerrar", concluye.

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Para empezar han conseguido cambiar el debate político. Su aguijón ha reforzado a los críticos y modernizadores incluso dentro del propio partido gobernante. Bajo la batuta de Gamal Mubarak, el hijo menor del presidente y su posible heredero político, intentan reformar el sistema desde dentro. Algunos analistas están convencidos de que si Mubarak triunfa con una amplia participación, los jóvenes turcos, como los apoda la prensa local, podrán llevar adelante su programa. Pero si no logran movilizar a los egipcios para que voten, la vieja guardia volverá a tomar las riendas, advierten.

Sin embargo, la mayoría duda de la capacidad de regeneración del régimen. Incluso entre la leal oposición. "No es el caso", admite Mahmud Abaza, vicepresidente del Wafd, uno de los tres partidos históricos. "Estamos aún lejos de las garantías para que se den unas elecciones justas y transparentes, porque el presidente sigue concentrando todos los poderes y existe una confusión total entre el PDN y el Estado, tanto en la cúpula como en las provincias, donde los gobernadores son los jefes locales del partido y el alto funcionariado". En cualquier caso, los egipcios ya no van a tolerar que les gobiernen como hasta ahora.

Partidarios de Kifaya se manifiestan el pasado 14 de julio en El Cairo rodeados de policías.
Partidarios de Kifaya se manifiestan el pasado 14 de julio en El Cairo rodeados de policías.ASSOCIATED PRESS

Basta es su lema

Todo empezó durante una cena del Ramadán de 2003 en casa de Abu Elela Mady. Este islamista moderado que un día perteneció a los Hermanos Musulmanes había invitado a cenar a numerosos amigos de todas las tendencias y creencias. "Coincidimos en la necesidad de un Egipto democrático", relató recientemente a esta enviada el propio Mady. Así que allí mismo eligieron a siete de ellos para empezar a reunirse.

Ocho meses después habían redactado una declaración en la que pedían el levantamiento del estado de emergencia, elecciones libres, fin del monopolio de la autoridad y la riqueza y límites a los poderes del presidente. Lo firmaron 300 egipcios. Su primera conferencia, el 22 de septiembre de 2004, reunió a medio millar y eligió a las 35 personas encargadas de liderar el Movimiento Egipcio por el Cambio. En su primera manifestación, el 12 de diciembre, la palabra kifaya (basta), que se repetía en todos los eslóganes que coreaban, se convirtió en su lema.

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Sobre la firma

Ángeles Espinosa
Analista sobre asuntos del mundo árabe e islámico. Ex corresponsal en Dubái, Teherán, Bagdad, El Cairo y Beirut. Ha escrito 'El tiempo de las mujeres', 'El Reino del Desierto' y 'Días de Guerra'. Licenciada en Periodismo por la Universidad Complutense (Madrid) y Máster en Relaciones Internacionales por SAIS (Washington DC).

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