_
_
_
_
Crítica:
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

Demonios de tristeza

Javier Corcobado es músico, letrista y poeta y ahora, a los 42 años, publica su primera novela, que tiene muchos de los defectos habituales en estos casos y a la vez muestra una agradable y sorprendente solvencia narrativa, que le permite pisar con notable seguridad el mundo de la ficción. Es una novela ambiciosa y a la que se ha arrojado de cabeza sin mirar hacia abajo y sin el temor de abrirse la crisma. Nos ofrece un desenfrenado mosaico de pasiones y amores truncados y embadurnados, algunos, por los demonios de la tristeza, por los fármacos contra el dolor. Corcobado se ha desmelenado comprimiendo cuatro o cinco novelas en el mismo título, se ha dejado llevar por el entusiasmo, por la fiebre de la ficción, pero, con todo, el edificio resiste muy bien el peso. Como les pasa a esas películas americanas en las que alguien pelea a muerte, en la apoteosis última, y cuando cree que todo ha acabado, el malvado aún mueve un brazo y le agarra la pierna, pues aquí ocurre lo mismo. Hay quizás un exceso de tensión, mezcla demasiadas historias: ficciones de fármacos prohibidos y gestos cómplices hacia un futuro inmediato, familias echadas a perder en zonas residenciales próximas a la Casa de Campo, misterios de cajitas cerradas, una cierta ingenuidad en historias de amor con su abundante dosis de melodrama -el marinero gallego, la puta de buen corazón, el amor incestuoso cuyo final se ve venir-, que se mezcla con no menos abundantes dosis de sexo explícito, violencia gratuita y desagradable, drogas, música, todo. Lo cierto es que estas historias -aunque son, ya digo, demasiadas- van enlazándose unas con otras, y si no nos las explica el autor.

EL AMOR NO ESTÁ EN EL TIEMPO

Javier Corcobado

Tropismos. Salamanca, 2005

441 páginas. 21 euros

Hay tal empacho narrativo

en estas cuatrocientas y pico de páginas, de texto apretado, que se corre el peligro de que nos falte aire, pero la sensación -con nudo corredizo o no- acaba resultando placentera. A Corcobado se le nota mucho que es letrista y fatiga demasiado sus páginas con frases un tanto forzadas ("sonreía a los árboles del jardín

...", "nívea vestimenta", "sarampión bromista", "sus lágrimas eran terciopelo resbalando", hay tantas). Y con todo -y con todo, repito- contagia ese ímpetu que pone al escribir; es creíble su entusiasmo (algunas cosas son menos verosímiles, las estancias mexicanas, por ejemplo, pero bueno), y lo transmite. Corcobado ha escrito una novela, con todos los defectos reseñados, y otros más, que resulta auténtica, que se puede, que se debe leer. Espero nuevas entregas. Con curiosidad. Con interés.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_