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Crítica:
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

Sombras de Venecia

La ciudad de Venecia se encuentra tan absolutamente determinada por su excepcionalidad, que resulta imposible no reconocer en cada una de sus calles y plazas, en cada uno de sus rincones, palacios y canales, las huellas de un destino, o incluso del destino mismo en forma de ciudad. Tiene tanto de urbe como de escenario; de presencia luminosa, como de imagen irreal. El caso de Venecia es el motto que ha concitado este inopinado diálogo entre la obra de dos artistas bien diferentes, pero asociables por su particular visión de esa ciudad que se hunde bajo el peso de los turistas.

Separados por la historia, James Whistler (Massachusetts, 1834-Londres, 1903) y Zoran Music (Gorizia, 1909-Venecia, 2005) no pudieron compartir una concepción de la pintura, pero sí una actitud peculiar frente al arte dominante en sus respectivas épocas y, por lo demás, una capacidad para ver Venecia de una manera diferente a la habitual, para fijar en ella no tanto su esplendor arquitectónico, sus perspectivas, sus líneas precisas (Canaletto), sino su cara oculta.

WHISTLER/ MUSIC

Venecia

IVAM. Guillem de Castro, 115 Valencia

Hasta el 25 de septiembre

Ciertamente, no lo hacen del mismo modo. En la muestra, comisariada por Margaret MacDonald (y compuesta por unas 130 obras de pequeño formato, en su mayor parte aguafuertes, pasteles y dibujos), nos encontramos con un Whistler no muy distante de su obra inmediatamente anterior a su llegada a Venecia en 1879, como los melancólicos interiores (At the Piano, The White Girl, Portrait of Artist's Mother) y, sobre todo, aquellos Nocturnos que le granjearon su disputa con John Ruskin. (Es curioso, por cierto, que Whistler arribase a Venecia justo después de pelearse con el autor de Piedras de Venecia). Los aguafuertes de Whistler nos ofrecen una ciudad brumosa, de rasgos poco definidos, más llena de sombras que de luces. O bien la presentan en sus detalles cotidianos, en donde se percibe la ruina de las cosas. Lo que le fascina es la atmósfera, no la representación realista de la ciudad.

En cuanto a Zoran Music, su punto de vista no podía evitar el influjo de su circunstancia existencial. Conoció Venecia en 1943. Allí, decía, había descubierto Oriente, y la convirtió en tema de su trabajo; pero allí mismo fue detenido y llevado a Dachau, en donde conoció muchos muertos, a los que dibujó para no olvidarlos. En las obras que aquí presenta (en una reprise veneciana de comienzos de los ochenta), lo que nos presenta son paisajes íntimos de una ciudad casi invisible, enfáticamente difuminada. Las atmósferas de Whistler aparecen aquí como estados sombríos de la propia conciencia. Lo que en aquél eran todavía paisajes urbanos, se convierte en Music en reflejos de un interior atormentado.

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